El Chef de la Política
Elecciones 2023: una réplica del 2021
Politólogo, investigador de FLACSO Ecuador, analista político y Director de la Asociación Ecuatoriana de Ciencia Política (Aecip).
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Aunque nunca un proceso electoral es igual a otro, las semejanzas de las presidenciales de 2021 a las de ahora son muchas. Por un lado, el candidato de la Revolución Ciudadana sigue liderando las encuestas y seguramente estará en segunda vuelta.
Eso da cuenta que, a pesar de las diversas opiniones que pueden haber respecto al trajinar de esa agrupación partidista, RC es la principal fuerza política del país. Lo dicho refleja también que, independientemente de quién sea el presidenciable, la votación de RC se mantiene en niveles relativamente similares.
Arauz, González o cualquier otro candidato, para fines de captura de voto, no tienen muchas diferencias entre sí, pues al final la gente es leal a la RC, en parte por el partido, pero sobre todo por la figura del expresidente Correa.
En la misma línea, y al igual que en 2021, RC demuestra una vez más que no tiene cuadros políticos que por sí mismo puedan interpelar a la ciudadanía. Después de los días del líder, y al igual que ha sucedido con otras agrupaciones políticas, RC está destinada a la extinción.
Caudillismo puro y duro.
Por otro lado, la derecha-conservadora también replica en estas elecciones la ausencia de una propuesta ideológica firme que permita aglutinar esfuerzos en torno a una sola candidatura. No existen referentes claros del pensamiento de esa tendencia política que vayan más allá del discurso simplón de la apertura al mercado y la defensa de las tradiciones.
El Partido Social Cristiano se desgrana de a poco, al punto que son ya dos elecciones seguidas que no presentan candidato propio, mientras que otras opciones de similar orientación no existen.
Si ese espacio en algún momento pretendió ocupar Creo, con la muerte cruzada no solo se dio la carta de defunción del ahora inexistente Gobierno sino también de la organización política. Ahí hay un ejemplo claro que reafirma que el hecho de tener muchos recursos económicos, por sí mismo, no garantiza absolutamente nada.
Avanza y SUMA ni avanzan ni suman. Han sido incapaces, en el 2021 y ahora, de tener un candidato fuerte que salga de su propia cantera (a pesar de que Celi tímidamente intentó ser una opción).
Siguen apelando al foráneo que les ayude a evitar la pérdida del registro electoral y sobre dicha base arañar algún espacio en los gobiernos seccionales o en la Asamblea Nacional.
Aunque el deceso político de ambas organizaciones políticas no se avizora en el corto plazo, cuando los dos o tres líderes que aún soportan el peso del trajín se cansen, su vida electoral habrá llegado a su fin.
De Sociedad Patriótica tampoco se puede decir mucho más que el nombre del expresidente Gutiérrez. Él es el gerente propietario de una agrupación política carente de posición ideológica clara y que vive solamente en función de alianzas electorales variopintas.
Ahora Gutiérrez no será candidato presidencial, asumiendo que el 1,78% de votos del 2021 le alcanzará para llegar a la Asamblea Nacional.
La izquierda más radical, la del infantilismo, según el criterio de un expresidente y de mucha gente que piensa lo mismo, pero no lo dice públicamente, tampoco muestra algo distinto para este proceso electoral.
El mismo Yaku Pérez y la misma propuesta idílica pero irrealizable en la praxis de la política y la economía.
Ahí el único cambio visible es que antes Pachakutik daba la cara como organización política de respaldo, mientras que ahora son otros los que se han embarcado en esa aventura en la que no creen, pero que es útil para el objetivo de mantener la personería jurídica ante el CNE.
Utilidad pura y dura que salta a la vista para todos, menos para el presidenciable.
Otto, el del apellido difícil, quiere ser el Hervas del 2021 aunque con menos carisma y pocas ganas de llegar. Su mensaje no transmite nada al electorado a pesar de que muchos ven con buenos ojos su candidatura. Da la impresión, dicen algunos, que no quiere ganar la elección.
Los otros, los Topic, Villavicencio, Noboa y Hervas, están ahí. Simplemente ahí. No esperan mucho y van en carrera por el mero hecho de que esta elección les mantendrá en la palestra pública.
En esto tampoco hay mayor diferencia respecto a muchos de los candidatos del 2021.
Finalmente, si antes tuvimos a Velasco, Montúfar, Larrea, Sagñay, Andrade y Carrasco ahora quien ocupa ese espacio es Armijos. Pasar del 1% de intención de voto será su mayor desafío. Triste, tristísimo panorama electoral el que se avecina en unas cuantas semanas.
Salvo por algunos nombres, la dinámica electoral del 2021 se replica. Se replica también el hartazgo ciudadano que no puede más con la incapacidad de nuestros actores políticos para ofrecer alternativas al país.
De a poco, pero secuencialmente caminamos a una nueva crisis política. Una más de las tres o cuatro acaecidas desde el retorno al régimen democrático. La que se viene, al igual que las otras, no se sabe cómo empezará y tampoco cuál será su epílogo.
Lo único que sí es previsible es que, como siempre, los principales damnificados serán los sectores económicamente más deprimidos. Hasta tanto, a la ciudadanía no le queda otra opción que mirar en el 2023 una repetición, tediosa y desgastante, de las elecciones de 2021.