El indiscreto encanto de la política
El centro político y un fracaso anunciado
Catedrático universitario, comunicador y analista político. Máster en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Salamanca.
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La centroderecha finalmente logró lo que hasta hace unos meses era impensable: apostarle a un candidato único que -con sus matices- aglutina y representa el ideario liberal conservador de cara a las presidenciales.
Desde la orilla del frente, la izquierda se presenta dividida. Por un lado, el proyecto comunitarista de Yaku Pérez, auspiciado por Pachakutik y Unidad Popular, en el camino ha integrado a varios gremios, sindicatos y movimientos que hoy configuran un sólido bloque anticapitalista, proderechos y de izquierda revolucionaria.
Por otro lado, está el correísmo, que para esta contienda repite su fórmula original: un candidato joven académico de clase media, educado en el exterior, con un discurso populista de izquierda, antineoliberal en lo económico pero conservador en lo social.
Según las encuestas, a la fecha entre estos dos polos y tres candidatos -números más, números menos- se concentra alrededor de la mitad de la votación de los ecuatorianos que ya han decidido su preferencia electoral.
La otra mitad de votos se divide entre blancos, nulos y varios candidatos que, dada la fuerte polarización, han buscado ubicarse entre el centro y el centro izquierda.
Los actores principales, Ximena Peña, Gustavo Larrea, Lucio Gutiérrez, Juan F. Velasco, Xavier Hervas, Isidro Romero y César Montúfar individualmente no alcanzan el 5% de votación; sin embargo, en conjunto el bloque suma un interesante 15% a 20% de los votos totales.
Este porcentaje ratifica lo que se sabía desde antes del inicio del proceso electoral: existe un espacio en el centro ideológico que ningún político ha podido capitalizar.
Este segmento está compuesto por un electorado bastante diverso.
Por un lado, están los que no comulgan con el radicalismo económico de los dos candidatos de izquierda, pero tampoco con las posiciones conservadoras de Lasso; por otro, los que esperan candidatos con posiciones modernas respecto temas como medioambiente, equidad de género o derechos de las minorías; y, finalmente, los que nada más quieren apostarle a alguna figura nueva y moderada.
El centro político perdió la oportunidad de agrupar a varios de estos partidos y movimientos alrededor de un proyecto político único, sólido y moderno.
La fragmentación y las débiles estructuras individuales pronostican un muy discreto resultado electoral que, a lo sumo, solo servirá para negociar con las candidaturas fuertes su respaldo en segunda vuelta.
Los principales aspirantes a la Presidencia están conscientes de este panorama, por lo que pronto los veremos presentando creativas estrategias para moderar su discurso y acercarse un poco más a este rentable segmento.