Con Criterio Liberal
Elecciones, cambio súbito en Ecuador
Luis Espinosa Goded es profesor de economía. De ideas liberales, con vocación por enseñar y conocer.
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Las elecciones seccionales han sido un fracaso sin paliativos para todos menos para el correísmo.
La semana pasada decía que eran unas elecciones intrascendentes, y bueno, han sido tan trascendentales como un terremoto político en Ecuador.
La opción ganadora ha sido, en gran parte, el absentismo y voto nulo. A pesar de que es teóricamente obligatorio votar en Ecuador, un 17% no ha sufragado en Quito, lo que sumado al 13% de nulos y el 3% de blancos, nos da que la opción mayoritaria es la de quienes muestran su desapego con la política.
Y ese hartazgo se ha trasladado a votar a lo que se conoce y percibe como alternativa, que es el correísmo, que estaba proscrito en casi todas las administraciones, pero que todavía cuenta con una estructura de partido, de hecho, el único partido como tal que queda en el país.
El Gobierno se ha pegado un tiro en el pie, se ha cavado su propia tumba, convocando a una consulta popular que era fácil ganar, con preguntas tan populares como reducir el número de asambleístas o la extradición; pero que el ciudadano común ha entendido como un plebiscito óctuple, y ha aprovechado para expresar su rechazo.
Rechazo entendible, pues no mejoran sus condiciones, no se cumplen las promesas y no hay contundencia contra la corrupción.
El gobierno de Lasso es víctima de sí mismo, de su inoperancia y arrogancia. De nada ni de nadie más. Por ello es exigible que se asuman responsabilidades y haya trascendentales cambios en la administración y en la manera de gobernar.
Mientras, en Guayaquil, el Partido Social Cristiano agoniza. Un modelo de hacer política que era ya caduco hace décadas, y que sin el poder y el presupuesto se queda sin propuestas para la ciudadanía, ni de la ciudad ni del país, pues nunca las tuvo.
Ante el hundimiento de todo lo que no es correísmo, se ha generado un vacío de poder, y la primera regla del poder es que nunca hay un vacío. Por ello surgirán alternativas; buenas, malas, regulares y peores.
Estas elecciones deberían servir para extraer algunas lecciones para construir un proyecto político.
Para empezar, hay que desoír a los asesores políticos y las encuestas, que ya han demostrado su sideral alejamiento de la realidad del país y galáctica incapacidad.
Hay que ser honesto, presentarse ante la ciudadanía diciendo lo que uno piensa, no lo que le dicen que quieren oír, y presentar alternativas reales, no promesas incumplibles.
Y que trabajar desde ya para llegar dentro de dos años. Nada de esos candidatos que, seis meses antes de las elecciones, creen que empapelando la ciudad y haciendo TikToks pueden ganar algo.
Hay que tener una visión de país en positivo, y un equipo para llevarla a cabo. No vale sólo con ser anti algo ni con tener grandes ideas.
Ser electo es el resultado de un largo esfuerzo. Primero, de una trayectoria vital respetable; luego, de un trabajo de construcción política escuchando y haciendo aliados.
La situación en Ecuador es grave, pero no porque tal o cual político pierda o gane un puesto; sino porque los ecuatorianos no tienen posibilidades de trabajo, de seguridad o de prosperar.
Y por eso no se puede desesperar, y hay que seguir construyendo alternativas. A pesar del Gobierno, a pesar de los políticos.