Iluminaciones
Efecto coronavirus: el S&P 500 baja casi 6% en dos días
Economista y periodista. Trader de commodities, índices y monedas.
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Ha sido catalogado por el mercado como un retroceso “inusual”. El Standard and Poors (S&P500), el índice bursátil más importante de la economía norteamericana y una referencia permanente para los inversionistas de todo el mundo, ha caído casi 6% durante los dos primeros días de esta semana.
La caída de este índice se produjo tras la difusión de las nuevas cifras de contagiados con el denominado coronavirus, la enfermedad viral que compromete las vías respiratorias y que ha probado ser mortal para personas, en su mayoría, mayores a 60 años, según muestran las estadísticas.
Esta vez, las malas noticias vinieron de Europa –específicamente de España e Italia– países en los que las autoridades reportaron contagios y, también, medidas urgentes para contener la expansión de la epidemia.
Acciones como las de Nike y Apple, todas ellas parte del S&P500, sufrieron pérdidas, no sólo por el anuncio de mayores contagios, sino también porque reconocieron que la paralización de sus operaciones en China afectará las metas de producción y, por tanto, de ventas establecidas inicialmente.
El S&P500 es un indicador que refleja cómo sube o baja la capitalización de las 500 empresas más importantes que cotizan en la bolsa de Nueva de York (NYSE, por sus siglas en inglés) y en Nasdaq.
En este selecto grupo están empresas de todas las industrias que son, básicamente, las firmas cuyas acciones tienen una demanda permanentemente, a precios altos. Precios elevados y grandes volúmenes transados significan dos cosas: elevada capitalización y mucha liquidez.
Es por eso que el S&P 500 sea un termómetro que muestra, con relativa exactitud y rapidez, el estado de la economía norteamericana y, por extensión, del mundo.
Pulse el enlace azul para ver el gráfico:
https://www.tradingview.com/x/JnZwnhWo/
Durante los últimos años, el S&P 500 ha registrado un comportamiento explosivo que arrancó en diciembre de 2008, cuando el Banco de la Reserva Federal (FED, por sus cifras en inglés) empezó a comprar enormes cantidades de cartera a los bancos privados.
El FED decidió comprar cartera para que los bancos pudieran reemplazar un activo poco líquido –un préstamo de largo plazo, con una probabilidad baja de pago: una hipoteca– por dinero en efectivo.
Esa inyección de liquidez serviría para que los bancos volvieran a prestar, esta vez en condiciones más convenientes para el prestamista: mayor plazo y menor tasa.
A aquellas compras masivas de cartera se les denominó “Quantitative Easing” (QE) y fueron las que, a final de cuentas, permitieron que los Estados Unidos salieran del estancamiento económico que se produjo a finales de la década pasada, por la crisis de las hipotecas, precisamente.
Las tasas de interés bajas estimularon la demanda de crédito y, por ende, la inversión y el consumo. Pero también desincentivaron el ahorro en instrumentos tradicionales, como depósitos a plazo.
Todo ese dinero se volcó entonces a los mercados de bonos y acciones produciendo, de esta manera, un boom en las bolsas de valores. El S&P 500 es, en ese sentido, un ejemplo paradigmático de todo aquello.
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Como muestra el gráfico adjunto, desde diciembre de 2008, aquel índice marcaba un nivel de 728 puntos. Inmediatamente después del lanzamiento del QE, el S&P empieza a subir hasta alcanzar un nivel de 1.115, doce meses después, en diciembre de 2009, registrando un aumento de 53% anual.
Este ritmo de crecimiento, de por sí importante, comienza a acelerarse con el paso del tiempo: en septiembre de 2011, el S&P 500 empieza un nuevo envión que lo lleva a alcanzar un primer récord de 2.141 puntos, a mediados de 2015.
Un segundo récord es alcanzado en septiembre de 2018, cuando el S&P 500 marca un nivel de 2.936 y ahora, un tercer récord ha sido alcanzado con el S&P 500 en un nivel de 3.122.
El mercado estaría señalando que esta tendencia alcista estaría por terminar para dar paso, esta vez, a una corrección importante hacia abajo.
@GFMABest