Contrapunto
Eduardo Florencia, un compositor ecuatoriano posromántico
Periodista y melómano. Ha sido corresponsal internacional, editor de información y editor general de medios de comunicación escritos en Ecuador.
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Al terminar el estreno del poema sinfónico 'De frailejones y cóndores', el director de la Orquesta Sinfónica Nacional del Ecuador (OSNE), David Handel, se dio media vuelta y saludó desde el escenario al compositor que había presenciado la interpretación de su obra, sentado en la última fila de la Casa de la Música.
Los músicos que tocaron la partitura de Eduardo Florencia hicieron lo mismo; el compositor, con una gorra y zapatos de tenis, bajó las gradas a toda velocidad, subió al escenario, abrazó al director y volvió a su puesto, en medio de la cálida ovación del público.
Los referentes de compositores ecuatorianos de música académica para orquesta son pocos; los más destacados fueron:
- Luis Humberto Salgado (Cayambe, 1903).
- Gerardo Guevara (Quito, 1930).
- Álvaro Manzano, que se dedicó más a la dirección que a la composición.
'De frailejones y cóndores' es un poema sinfónico que está clasificado con el opus 76, esto permite establecer que el compositor, con apenas 37 años, ha escrito bastante y que incluso es autor de cuatro sinfonías.
Un dato adicional es que la obra ecuatoriana fue programada justo en la mitad de un repertorio universal, que comenzó con Grieg y terminó con Rimski-Kórsakov y 'La gran pascua rusa'.
Nacido en Guayaquil, en 1985, en la actualidad es compositor residente de la OSNE.
Al escuchar por primera vez la obra se nota afinidad con la música programática de Smetana; desde lo instrumental algunos acordes trasladan la memoria al fortíssimo de Berlioz en su 'Sinfonía fantástica'.
Cuando terminó el concierto, PRIMICIAS conversó con el músico, quien fue extremadamente cauto con esa apreciación que, por cierto, si de música se trata, casi siempre es subjetiva.
No se trata de una composición más de un músico ecuatoriano, en realidad la obra está bien lograda, el maestro Handel y los músicos de la OSNE fueron prolijos desde los ensayos hasta el estreno, el 16 de septiembre de 2022.
Florencia analiza que "es una obra construida desde un planteamiento que busca la profundidad de la unidad formal y la conexión deliberada de sus elementos principales en juego con el tejido textural".
El músico buscaba plasmar la sensación de soledad y grandeza del páramo andino; "una de las imágenes mentales más recurrentes que decidí utilizar para ello fue la de un cóndor volando sobre una extensa zona de frailejones bañados por el sol".
Eduardo Florencia admira a Gerardo Guevara en el ámbito de la composición nacional; y en el internacional a Johannes Brahms (1833-1897) y a Gustav Holst (1874-1934); y, musicalmente hablando, se identifica con el período posromántico.
Considera que la dirección de Handel fue impecable porque entendió la intención estética planteada en la obra. "Se notó que buscaba diversos planos sonoros y un discurso musical lógico y profundo", enfatiza.
Un poema sinfónico que contiene variados acordes e intensidades fue logrado en cuatro días de trabajo "casi ininterrumpidos", porque "no quería perder la concentración y la claridad en torno a la forma musical y a la narratología de la obra", dice.
Argumenta que no existen razones que impidan que el compositor ecuatoriano escriba y ejecute buenas obras; pero es necesario trabajar en la educación, “tener conciencia del tiempo y del apoyo” que se necesita en esta actividad.
Algunas de las obras compuestas por Florencia fueron interpretadas en Estados Unidos, Inglaterra, Dinamarca, Francia, Italia, Alemania, Finlandia, Corea del Sur, Japón e Israel.
Estudió composición musical bajo la dirección de la maestra Blanca Layana y continuó posteriormente sus estudios bajo la constante tutela de su amigo Gerardo Guevara.
Sus obras sinfónicas han sido tocadas en diversos escenarios bajo la batuta de Álvaro Manzano, Andrea Vela, Yuri Sobolev, David Handel, Akiro Matsuyama, Alejandro Steinbach, entre otros destacados maestros de la música académica.