Los ecuatorianos llevamos cinco años congelados en el tiempo
Director de Estudios Económicos y Estadísticos de la firma Inteligencia Empresarial.
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Imagine que durante cinco años se estanca. No se abren nuevas plazas de empleo de calidad para usted y su familia. Tampoco aumenta su salario. La economía del hogar permanece congelada. Probablemente esa es la realidad del ecuatoriano promedio.
Omitiendo la pandemia, han pasado cinco años desde la última recesión económica. Desde entonces hemos estado a la espera de que los gobernantes tracen la ruta para producir un cambio en las condiciones económicas.
En el 2016 ya se sentía el impacto del fin de la bonanza petrolera y el colapso de una política económica insostenible.
La economía decrecía, mientras que Rafael Correa y sus funcionarios armaban presentaciones de 'power point' bastante creativas para negar la realidad.
En 2017 nos dijeron que la mesa estaba servida y que la economía estaba en crecimiento.
En el periodo de Lenin Moreno optaron por medidas parche que no solucionaban los problemas de fondo. Se dijo incluso que implementar las reformas que necesitaba el país era políticamente arriesgado.
En resumen, cinco años esperando las reformas salvavidas. Pero la economía no espera a la política.
Veamos. En 2016, la mediana salarial de los trabajadores era USD 430 al mes. Desde ahí se ha reducido y prácticamente se ha estancado. Hoy el salario medio es USD 400. Es decir, al menos el 50% de los asalariados no gana más que el salario básico.
Las plazas de empleo y la calidad del empleo también parecen haberse congelado en el tiempo.
A partir del 2016 la tasa de empleo no adecuado empezó a escalar hasta estancarse en los niveles actuales, 66%.
Es decir, seis de cada 10 personas en la fuerza laboral potencial no cuentan con un empleo de calidad. Antes esa relación era cinco de 10.
Hoy, después de cinco años hay un plan. Es un proyecto que no niega la realidad y que asume el riesgo político. Un proyecto perfectible que la Asamblea se negó a discutir y a mejorar.
Ahora la Asamblea tiene una segunda oportunidad para limpiar su imagen. Su rol es simple: criticar, mejorar y descongelar.