Efecto Mariposa
702 nombres y una lucha pendiente
Profesora e Investigadora del Departamento de Economía Cuantitativa de la Escuela Politécnica Nacional EPN. Doctora en Economía. Investiga sobre temas relacionados con pobreza y desigualdad.
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Abigail Supliguicha, Marizol Laso, Lisbeth Baquerizo, Dayana Ortega, Edith Bermeo, Marisol Castillo, Casilda García, Yomira Chiquito y faltaría espacio en esta columna para nombrar a las 702 mujeres víctimas de femicidio del país.
Esa cifra corresponde a los crímenes que fueron perpetrados desde agosto de 2014 hasta el 12 de noviembre de este año, según consta en la página web de la Fiscalía General del Estado.
En Ecuador, el inicio del conteo oficial de los femicidios fue en 2014, debido a que el asesinato de mujeres por odio al género o por el hecho de ser mujeres fue tipificado como femicidio en ese año.
Ha pasado casi una década desde que el país cuenta con legislación para investigar y perseguir adecuadamente los femicidios, pero la forma más extrema y cruel de violencia contra la mujer no solo que no ha disminuido, sino que está creciendo, como se observa en la figura 1.
De hecho, esa tendencia se observa en la mayoría de los países del mundo, por lo que algunos especialistas mencionan que el femicidio es un problema global que puede ser calificado como una epidemia.
Si no se toman medidas urgentes, esta tendencia creciente podría mantenerse en Ecuador, puesto que la violencia está presente en la vida cotidiana de las mujeres y está muy cerca de las víctimas.
Para sustentar esta afirmación es necesario mencionar algunos datos que permiten conocer detalles sobre las circunstancias en las que se producen los femicidios:
- La mayoría de los femicidas son personas cercanas a las víctimas: el 33% fue asesinada por su conviviente, el 16% por su cónyuge, el 12% por su pareja y el 15% por el exconviviente.
- La violencia persigue a las mujeres a los espacios que deberían seguros: el 35% fue asesinada en el domicilio familiar y el 23% en el lugar de residencia de la víctima.
- Los victimarios están tan cerca de las mujeres, al punto que pueden asesinarlas en los días y momentos de más vulnerabilidad. La mayor parte de los femicidios suceden los domingos entre las 00:00 y las 6:00.
De este modo, con femicidas que son 'compañeros de vida' de las víctimas, parecería que la violencia contra la mujer es ineludible; no obstante, esta sí se puede evitar y es hacia la prevención hacia donde debemos apuntar.
Según Sima Sami Bahous, directora ejecutiva de ONU Mujeres, hoy más que nunca es posible prevenir y acabar con la violencia contra la mujer porque contamos con información sobre cómo hacerlo.
Sin embargo, para aprovechar la evidencia disponible y guiar efectivamente las políticas públicas, los Estados deberían abanderar esta lucha y ponerla como uno de los puntos prioritarios de sus agendas.
Prevenir siempre será más efectivo y eficiente, pues por más que la justicia haga su trabajo y sentencie a los femicidas, las vidas de las mujeres no se recuperan y las consecuencias de la violencia se sentirán por largo tiempo en sus familias, especialmente en sus hijos.
Los efectos en la salud mental de las personas cercanas a las víctimas de femicidios muchas veces son irreversibles y afectan en el largo plazo. En el grupo de las 702 mujeres víctimas de femicidio, aproximadamente 500 eran madres y dejaron un total de 602 hijos en la orfandad.
Y justamente ese es el lema de este año en los 16 días de activismo por el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer: ¡Únete! Invierte para prevenir la violencia contra las mujeres y las niñas. ¡No hay excusa!
En efecto, el lema es un llamado a invertir para prevenir la violencia contra las mujeres, resaltando la importancia de implementar políticas de prevención temprana, mismas que deben estar orientadas a la transformación de normas sociales violentas.
En ese sentido, se insta a financiar de manera suficiente y continua la lucha contra la violencia de la mujer, con el fin de garantizar que las víctimas cuenten con recursos de apoyo, casas de acogida, acceso a la justicia y atención emergente; todos estos aspectos son esenciales para salvar las vidas de las mujeres que sufren violencia antes de que sea demasiado tarde.
Asimismo, es necesario desarrollar campañas incesantes contra la violencia de género y fortalecer a las organizaciones que atienden a las víctimas y sobrevivientes de violencia.
Para que estos planes sean efectivos es necesario contar con mediciones oficiales confiables y actuales, solo así se podrá focalizar y orientar las acciones a los sectores que más lo necesitan.
En otras palabras, en la lucha de la violencia contra la mujer es necesario fortalecer la recopilación y el análisis de datos para generar evidencia que sirva para guiar los programas y las políticas.
En resumen, es fundamental financiar la eliminación de la violencia contra la mujer. En Ecuador, el presupuesto asignado para el Ministerio de la Mujer y Derechos Humanos este año no alcanzó ni el 1 %.
En el contexto de crisis y ajustes que estamos atravesando en el país, he escuchado algunas voces que apuntan a este organismo y lo señalan como inútil e inservible.
Pese a la necesidad de cortar los gastos, estos reclamos son contradictorios, pues no se puede demandar la reducción de la violencia generalizada que vivimos en el país, silenciado a una cartera de Estado que tiene un rol fundamental en la prevención de la violencia.
Hoy más que nunca se debe apoyar la gestión y el financiamiento del Ministerio de la Mujer y Derechos Humanos, y vigilar que cumpla su función de garantizar que las mujeres vivamos seguras. ¡No hay excusa!