Efecto Mariposa
¿Ecuador puede ser una potencia del fútbol?
Profesora e Investigadora del Departamento de Economía Cuantitativa de la Escuela Politécnica Nacional EPN. Doctora en Economía. Investiga sobre temas relacionados con pobreza y desigualdad.
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Acabaron los sueños mundialistas de Ecuador y hay que buscar culpables. Se puede responsabilizar de la derrota al chicle que masticó Piero Hincapié durante todo el partido o a su cambio de look.
También se puede culpar al director técnico, Gustavo Alfaro, que se confió y no le hizo caso a los miles de sugerencias de los expertos en fútbol de las redes sociales.
Otros, más exigentes, dicen que es porque los jugadores hicieron una actividad turística días antes del juego; en lugar de entrenar sin descanso, se fueron al desierto, reclamaron.
Se oyó de todo, pero hay que reconocer que al menos ya se olvidaron del inefable "hay que blanquear la selección"; aunque los ataques racistas de algunos trasnochados aún no han desaparecido.
Y así, de forma ingenua y miope, vamos buscando culpables para sacar la frustración de no haber avanzado a la siguiente fase.
El fútbol es un juego, en el que se gana o se pierde, pero si queremos ser exitosos en este deporte, en el mediano y largo plazos, hay que dar pasos en firme.
No podemos seguir exaltando los esfuerzos y méritos de niños pobres que, a pesar de vivir excluidos, lograron salir. Eso no es un acto digno de ser aplaudido.
En lugar de enorgullecernos con historias conmovedoras del niño pobre que jugaba sin zapatos, deberíamos sentir vergüenza por legitimar la existencia de diferencias sociales y económicas abismales, y por el olvido estatal que sufren los afroecuatorianos, sean del Valle del Chota o de Esmeraldas.
Si queremos pasar de una mera distracción y emprender en la industria del fútbol, entonces, hay que hacerlo, así como lo hizo China.
En 2015, el presidente chino, Xi Jinping, quien reconoce su pasión por el fútbol, estableció un plan para convertir a China en una superpotencia mundial del fútbol en 2050; en ese año esperan ganar la Copa Mundial.
Y esperan hacerlo paso a paso, en 2030 aspiran ser uno de los mejores equipos de Asia. Actualmente, China ocupa el lugar 79 en la clasificación de la FIFA.
El plan de China no es con frases motivacionales, ni con palmadas en la espalda a los jugadores, el asunto es tan serio que es un objetivo oficial.
Quiero centrarme en la estrategia de China para estar entre los mejores en el fútbol, aunque, aparentemente, los intereses del gigante asiático no son puramente futbolísticos, porque verían a este deporte como un arma para consolidarse geopolítica y económicamente, y como una manera de tener entretenidas a las masas.
En China ven al fútbol como una industria y están trabajando desde hace años en la construcción de ciudades del fútbol, con miles de centros de entrenamiento.
También forma parte del plan elevar a la marca deportiva local Li-Ning al nivel de Adidas o Nike.
En el país asiático le apuestan a los niños y a los jóvenes, y se espera que desde pequeños reciban entrenamiento deportivo y educación de calidad.
Para China es importante que sus jugadores reciban buena educación, porque saben que cualquiera no juega fútbol, para ser un futbolista talentoso hay que desarrollar al máximo nivel las habilidades y destrezas físicas, cognitivas y del comportamiento.
Los futbolistas deben tener altos niveles de inteligencia de juego. Hay algunas investigaciones sobre este tema.
En China están trabajando para que los habitantes de ese país entiendan la lógica del fútbol y no lo desechen porque podría chocar con una cultura en la que lo esencial es estudiar y en la que hay miedo a las derrotas, puesto que estas afectan la credibilidad y hacen que se pierda el respeto.
Mientras aquí buscamos culpables como sea y nos ahogamos por la derrota en un partido, habiendo tantos problemas urgentes, en China están pensando cómo alcanzar la excelencia en 2050.
Si tan futboleros somos los ecuatorianos, y tanto dolor causa la eliminación en el Mundial, sería bueno mirar la realidad de los lugares que son semilleros de futbolistas.
Es hora de pensar en que, para lograr un sueño mundialista y ser una potencia, choteños y esmeraldeños no pueden seguir en las mismas condiciones de siempre, o peor que antes.
Los jugadores de fútbol de la Tri, la mayoría afrodescendientes, no son robots para provocar placeres a los amantes del fútbol, son personas que, a pesar de la exclusión en la que crecieron, pudieron salir y, haciendo su máximo esfuerzo, pusieron a Ecuador en un Mundial; y eso no quita que las ciudades de donde provienen deben ser atendidas.
Sí, hay que mejorar en el fútbol, pero para esto comencemos garantizando las condiciones para que los futuros futbolistas, que no deberían ser en su mayoría niños pobres afroecuatorianos, desarrollen al máximo su talento.