Reflexiones sobre la política petrolera de Ecuador
Graduado de la Escuela de Negocios Darden de la Universidad de Virginia, socio de la firma ecuatoriana de estrategia y finanzas corporativas Ahead Partners, exasesor McKinsey and Company y ex VM de Comercio Exterior.
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En las últimas tres décadas ha progresado inmensamente la calidad de vida de la Humanidad, con una gran reducción en la pobreza extrema (menos de USD 1,9 por día), un incremento en la expectativa de vida, un aumento de acceso a la educación, y la reducción de la mortalidad infantil.
Pero este crecimiento ha tenido un costo. Entre 1990 y 2019, las emisiones globales de CO2 se han incrementado 56%.
Históricamente, el crecimiento económico ha ido de la mano con un aumento en el consumo de energía. Sin embargo, en los últimos 60 años ha habido una reducción de las emisiones por unidad del Producto Interno Bruto (PIB) mundial.
Lo que indica que puede haber crecimiento económico y reducción de las emisiones, por ejemplo, el costo de la generación solar y de baterías se ha reducido a un décimo de lo que era en 2009.
Después de participar en el conversatorio de la Society of Petroleum Engineers, sección Ecuador, sobre la política petrolera en el país, releía el reporte de McKinsey and Company titulado Global Oil Outlook 2040 de febrero y pienso.
Se espera que la demanda global de petróleo regrese al nivel de 2019 para finales de 2021 o para principios del 2022, dependiendo de la vacunación global. Esto ayudaría a tener unos los precios del crudo altos mientras se mantenga la disciplina del grupo OPEP+.
La inversión de capital global en el sector petrolero se recuperará gradualmente, pero permanecerá por debajo de lo esperado previo a la pandemia del Covid-19.
En 2021, se espera que los gastos de capital y mantenimiento en producción de crudo globales sean un 34% inferiores a lo visto en el periodo prepandemia.
Ecuador necesita mucha inversión, tanto en exploración para incrementar reservas como en producción para aumentar los ingresos del Estado. No es tarea fácil en una coyuntura global de reducción de los gastos de capital y cuando otros países como Brasil también desean incrementar su producción.
Después de 30 años de crecimiento estable de más de 1% anual en la demanda global de petróleo se espera que esta se ralentice para finales del 2020.
Sin embargo, vale la pena notar que se necesitará agregar decenas de millones de barriles diarios de producción nueva (de proyectos no aprobados a la fecha) para satisfacer la demanda en 2040.
Para planificar la política petrolera es necesario pensar en términos de escenarios, que es una herramienta valiosa en planificación y valoración de empresas, incluyendo el escenario de una transición acelerada de fuentes de energía por temas del cambio climático.
Es necesario pensar en un plan de energía integral, siendo un pilar la política petrolera.