Columnista Invitado
El odio y la Patria
Luis Alberto Elizalde Yulee, es arquitecto, cocinero y escritor.
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Abotagado, congestionado, desencajado por la ira, con ojos desorbitados, gesticulando la lengua para escupir detalladas sugerencias sobre como sancionar “ejemplarmente” a Ecuador para vengar la afrenta sufrida por su cómplice, el vicepresidente Jorge Glas, capturado en la embajada de México dónde creía estar seguro de poder eludir la justicia gracias a la cercanía ideológica con el gobierno de AMLO y la amistad común con miembros de la narco delincuencia, como El Patrón Norero o la parentela del Chapo Guzmán, así vimos a Rafael Correa.
Pidiendo que la Unión Europea suspenda el Tratado de Comercio con Ecuador, él, que tanto condenó las sanciones económicas a Cuba y Venezuela y se opuso a la firma de dicho tratado. Con más malevolencia todavía, comentó de pasada que un bloqueo de buques de guerra mexicanos al puerto de Guayaquil llevaría a que “el país quiebre en tres meses”.
Esas infidencias en boca de un exgobernante de la República, podrían dar lugar a una acusación de traición a la patria.
Sugerencias que castigarían principalmente al pueblo ecuatoriano en medio de una crisis en la que es uno de los protagonistas que la provocaron.
Tonto útil, pues no hay beneficio de inventario.
Tonto, porque viviendo lejos del país no conecta con la opinión pública nacional mayoritaria que al interior es ampliamente favorable a la decisión presidencial, harta de impunidades y que los leguleyos malhechores se salgan con la suya.
Para la comunidad internacional éste es un suceso que probablemente se olvide y deje de ser noticia pronto frente a la guerra en Gaza, o que el juicio a Carlos Pólit en una corte de Estados Unidos estos días, termine por arruinar la reputación del aprehendido Jorge por los sobornos de Odebrecht y las evidencias contra el excontralor que también lo implican.
Útil para el mexicano López Obrador, que capitaliza este suceso para beneficiar la candidatura de su favorita Claudia Sheinbaum. Viejo mañoso y conocedor sabe que apelar al nacionalismo siempre funciona.
Venenoso y tapadito por si acaso el coloso vecino del norte le dé un coscorrón, insinúa que los ecuatorianos nunca se habrían “atrevido” a esta violación “sin contar con el apoyo de una nación poderosa”.
Perversa estrategia que inició este impasse cuando 'inocentemente' en cuatro minutos de su Mañanera del 3 de abril, sugirió que el gobierno de Noboa era espurio y sospechoso por el asesinato de Fernando Villavicencio, ya que facilitó su elección, tratando ladinamente de trasladar las ramificaciones que tiene el correísmo con la mafia que contrató a los asesinos, como lo han revelado los indicios en las investigaciones sobre el magnicidio que adelanta la fiscal Diana Salazar.
La embajadora azteca Raquel Serur debió informarle que, precisamente, las valientes y documentadas investigaciones de Villavicencio fueron las que expusieron a la justicia la cloaca de corrupción en la chapotearon durante el gobierno del asilado frustrado y su jefe.
El sentimiento obsesivo de odio es una patología en la personalidad del expresidente y es evidente que ha empeorado, de frustración en frustración, de derrota en derrota.
Habría que preguntarse:
¿Qué lo motiva para defender a Glas tan vehementemente, aun a costa del bienestar de su pueblo y el partido?
La lealtad nunca ha sido uno de sus fuertes; desconoce a sus fieles vasallos cuando son descubiertos en chanchullos ordenados por él.
Y si hay alguien que conoce todo y guarda los secretos sobre el lado oscuro del correísmo y su líder, ese es el capturado en la casona de la Av. 6 de diciembre y Naciones Unidas.
Entonces, quizás no sea el odio lo que lo mueve, sino el miedo…