Economía y Desarrollo
Es urgente un cambio estructural para potenciar el desarrollo
Doctor en Economía, máster en Economía del Desarrollo y en Política Pública. Director general académico de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.
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La productividad laboral promedio se mide como la relación entre el valor producido y el número de trabajadores involucrados.
Usando datos del Valor Agregado Bruto por industria, del Banco Central; y de empleo de la Encuesta Nacional de Empleo, Subempleo y Desempleo (Enemdu) del INEC, se calcula que cada persona con empleo produjo en 2015, en promedio, USD 9.111,16 (dólares constantes de 2007), para después reducirse hasta USD 8.196 en 2021, siendo la cifra más baja de los últimos 15 años.
Utilizando como base (con valor de 100) al sector de petróleo y minas a 2021, en el gráfico 1, podemos ver la disparidad en términos de productividad laboral relativa, en tres grupos.
El primer grupo incluye a los sectores de mayor productividad laboral, siendo estos, petróleo y minas (que fluctúa de acuerdo con el nivel de producción y el precio) y actividades de servicios financieros.
El segundo está conformado por actividades profesionales, industria y construcción, dónde este último presenta una tendencia decreciente en 2020 y 2021.
Finalmente, el tercer grupo incluye servicios, comercio y transporte y agricultura, ganadería y pesca, siendo los de menor productividad laboral relativa, y mostrando tendencia decreciente, con excepción de comercio y transporte, que tiene un ligero aumento en 2021.
La disparidad en la productividad laboral promedio se vincula con los problemas de brechas laborales y, por ende, de bienestar.
El gráfico 2 muestra la estructura el empleo en Ecuador. Los sectores de menor productividad relativa, agricultura, ganadería y pesca, y comercio y transporte concentran más del 50% del empleo en conjunto.
Por su parte, los sectores de mayor productividad relativa generan menos del 1,5% del empleo.
La estructura económica del Ecuador da cuenta de una alta dependencia en la extracción de recursos naturales que, junto con los servicios financieros, concentran la generación de valor agregado.
La industria no logra incrementar su productividad, ni aumentar su absorción de empleo.
Mientras que la agricultura, ganadería y pesca, y el comercio y transporte, que son los sectores donde se emplea la mayor cantidad de personas, tienen muy baja productividad y alta informalidad.
Generar empleo de calidad, mayor crecimiento y mejores condiciones de vida requiere de políticas claras y sostenidas de cambio estructural.
Entre estas políticas se debe priorizar la asimilación democrática de tecnología y el fomento inclusivo de la innovación para aumentar la productividad, con énfasis en los sectores de mayor generación de empleo.
Pero, además, es necesario el fomento de la industria manufacturera y los servicios para dejar de ser dependientes de la extracción de minas y petróleos, potenciando la movilidad laboral hacia estos sectores.