Leyenda Urbana
Una hecatombe se cierne sobre el país, se cumplirá la profecía
Periodista; becaria de la Fondation Journalistes en Europa. Ha sido corresponsal, Editora Política, Editora General y Subdirectora de Información del Diario HOY. Conduce el programa de radio “Descifrando con Thalía Flores” y es corresponsal del Diario ABC
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Debimos estar equivocados al creer que cuando Santa Mariana de Jesús Paredes y Flores, llamada también la "Azucena de Quito", dijo que Ecuador no será destruido por los terremotos, sino por los malos gobiernos, se refería solo a un gobierno; en verdad, sería a varios.
Al menos cuatro gravísimos hechos que se suceden en estos momentos, aunque gestados durante algunos años, podrían ser considerados como propicios para que se cumpliera la profecía.
Un informe del Cuerpo de Ingenieros de la Armada de Estados Unidos anticipa que la erosión regresiva en el río Coca, podría alcanzar a las obras de captación de la hidroeléctrica Coco Codo Sinclair (CCS) en un plazo de menos de tres años.
La erosión regresiva es un extraño fenómeno natural que empezó en febrero de 2020 con el colapso de la Cascada de San Rafael, la más grande de Ecuador, de 144 metros de altura, a 20 kilómetros de las obras de captación de (CCS).
Hoy está a solo 7,3 kilómetros y a su paso devora todo. Las obras de protección no serían suficientes.
Aguas arriba, a la altura del río Loco, afluente del río Coca, hay riesgo de que otro tramo de la vía E-45, incluido el puente, y tramos de los dos oleoductos de petróleo (OCP y SOTE) pudieran ser destruidos.
Pero la afectación alcanzaría también a la casa de máquinas, ubicada aguas abajo, y que es el corazón de la central, donde están las ocho turbinas que generan la electricidad.
Todo esto lleva a concluir que las operaciones de la central planificada para que genere 1.500 megavatios y dure 50 años, y que aporta el 25% de la demanda energética nacional, habrán terminado.
Cómo no pensar en la profecía si esta obra faraónica -del tamaño del ego del expresidente Correa que decidió construirla- se hizo sin estudios de riesgo ambiental, geológico, sísmico ni de factibilidad y en una zona altamente frágil por la cercanía del volcán.
Se sustentó en un estudio desactualizado de la época de INECEL, que planificó una obra que generaría máximo 980 megavatios con dos pequeñas centrales, cuyo costo no llegaría a USD 1.000 millones.
Pero Correa se empecinó en una de 1.500 kilovatios, al colosal costo de USD 3.311 millones, financiada con un crédito chino y entregando la ejecución a Sinohydro.
La colosal obra fue inaugurada en diciembre de 2016 por los presidentes de China, Xi Jinping, y Rafael Correa de Ecuador, en una ceremonia, en Quito.
In situ estuvo el entonces vicepresidente, Jorge Glas, que dijo: “De aquí saldrá la energía para dar el salto al desarrollo”. Hoy, preso por corrupción por los casos Odebrecht y Sobornos, se habrá enterado que el salto fue al vacío.
Aún resuena la voz de Fernando Villavicencio denunciando las 17.499 fisuras detectadas en la obra, y los sobreprecios y sobornos que repartieron más de USD 54 millones, maquillados como consultorías, durante la Presidencia de Moreno.
También se recuerda su batalla como presidente de la Comisión de Fiscalización, cuando los asambleístas del oficialismo votaron en contra del informe que recomendaba al presidente Lasso no recibir a Sinohydro la central, por las fallas estructurales.
Coca Codo Sinclair tendría que ser denunciado al mundo por la devastación que ha causado a la naturaleza y por las cuantiosas pérdidas infringidas al país.
Solo de imaginar el destino que podrían tener más de 51.000 habitantes de El Coca, capital de la provincia de Orellana, espeluzna; porque de llegar a inundarse la ciudad, como se presume, sería una catástrofe humanitaria y ecológica de dimensiones apocalípticas.
La obra es el símbolo del abuso del poder y la corrupción que ha salpicado a tres gobiernos consecutivos, porque Lasso nombró ministro a un vinculado a la familia que fiscalizó de la obra y dejó que usaran materiales que no cumplían las normas internacionales.
Por todo eso, es la metáfora de un país echado a su suerte, que tiene otros tormentos.
El portal Código Vidrio acaba de revelar que Los Lobos que operan en la extracción de oro haciendo minería ilegal en siete provincias, se han instalado en el Parque Nacional Podocarpus, entre Loja y Zamora Chinchipe.
Operarían con unas 2.200 personas entre ecuatorianos, peruanos, colombianos y venezolanos, a quienes vacunan con USD 1.000 mensuales, pero nadie se atreve a denunciarles.
Los indígenas temen represalias y las autoridades locales están amenazadas, mientras la naturaleza está siendo devastada.
La minería ilegal que se ha instalada en casi todas las provincias causa un daño ambiental irreparable, pero a nadie parece importarle.
En el programa “Politiza2 de diario Expreso” se ha revelado la contaminación con mercurio y otros metales en ríos como el Huambuno, en la provincia de Napo.
El silencio de los grupos ecologistas causa asombro y deja interrogantes, porque no es normal.
Conmueve saber que algunos dirigentes indígenas estarían involucrados en la actividad ilegal. Y da coraje conocer que una concesionaria china que tendría unas 7.000 hectáreas estaría igualmente dedicada a la actividad ilegal, lo que nos pone ante un escenario insospechado porque el afán de arrasar esa vasta riqueza nacional pudiera ya no solo tenar objetivos económicos.
Si a todo esto se suma la imparable violencia vinculada al crimen organizado por el narcotráfico, con asesinatos a diario, la hecatombe es inminente.
Solo hay que recordar la profecía: Ecuador no será destruido por los terremotos, sino por los malos Gobiernos.