Con Criterio Liberal
Ecuador ante el abismo
Luis Espinosa Goded es profesor de economía. De ideas liberales, con vocación por enseñar y conocer.
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Ecuador está en una situación económica compleja. No sólo es la crisis del coronavirus sino que a ésta ha venido a sumarse a la complicadísima situación económica previa y una situación política muy endeble.
Es urgente tomar medidas económicas para paliar la crisis, que no solucionarla. Pero tengamos cautela. Tan positivo es tomar medidas adecuadas como peligroso es adoptar medidas erradas.
La historia de las crisis económicas está llena de ejemplos de actuaciones que empeoraron mucho la situación, por ejemplo, las políticas proteccionistas en la crisis de 1929, el control de precios y suministros en Estados Unidos durante la crisis del petróleo de 1973 y, en general, las intervenciones de política monetaria de las que hay muchos ejemplos trágicos, un tentador peligro del que Ecuador se liberó con la dolarización.
Es imperativo actuar con prudencia y sensatez, con las ideas claras. Para empezar, hay que reconocer que las pérdidas ya se están produciendo y son importantes. Ante esta realidad no hay medidas ideales ni geniales ni mucho menos milagrosas, que produzcan resultados rápidos y sin sacrificios. Solo cabe optar por las medidas menos malas que generen el menor daño posible.
En estos momentos se puede reconocer a quienes están comprometidos con la verdad, que son quienes no anuncian soluciones sin sacrificios. Los demás son vendehumos populistas.
La realidad es que habrá más pobreza, más desempleo, quiebras empresariales, impagos del Gobierno y, quien diga que lo puede evitar, miente. La cuestión es conseguir que las pérdidas sean las menores posibles, se distribuyan de la manera más justa posible y con la recuperación más pronta posible.
El Gobierno ha enviado dos leyes económicas urgentes a la Asamblea que, siendo mejorables como todo en esta vida, y más en estas circunstancias de presión y dificultad, son razonables y proponen un plan para solventar la situación.
La labor de la Asamblea ha de ser discutirlas, si puede, mejorarlas y luego votarlas. Si las rechaza tendrá la Asamblea como cuerpo, y cada asambleísta en particular, que asumir la responsabilidad histórica de agravar la situación de Ecuador y de ser un escollo en el camino hacia la recuperación.
La Asamblea tiene que reconocer que es incapaz de presentar ninguna alternativa de ley a la que tiene el Gobierno. Y que, ante la situación actual, las medidas que propone el Gobierno por muy duras que sean son mejores que no hacer nada. No hacer nada no es una alternativa, pues las cuentas del Estado simplemente no aguantan el pago de salarios y el costo de las ayudas necesarias en esta situación.
Ante esto sólo quedaría el mecanismo de muerte cruzada, con lo distorsionador que sería enfangar aún más lo que ya vive el país con una campaña electoral extemporánea. El mero hecho de que se esté contemplando esta opción ya supone añadir más incertidumbre innecesaria. Ya es una irresponsabilidad, peor si se llegase a cumplir.
Son tiempos difíciles. De empobrecimiento generalizado, de quiebras y pérdidas. Y lo peor que se podría hacer es no reconocer la situación y prometer supuestas soluciones irreales o ideales que sólo empeorarían aún más todo.
Y la situación, por desgracia, puede empeorar si se hacen las cosas mal.
Ecuador está ante un abismo, y su Gobierno y la Asamblea están ante la historia.