Leyenda Urbana
Ecuador y la amenaza del 'Armagedón nuclear'
Periodista; becaria de la Fondation Journalistes en Europa. Ha sido corresponsal, Editora Política, Editora General y Subdirectora de Información del Diario HOY. Conduce el programa de radio “Descifrando con Thalía Flores” y es corresponsal del Diario ABC
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Nadie podría anticipar que le deparará el destino a Ecuador cuando, a partir del primero de enero de 2023, sea miembro no permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Esto en instantes en que el mundo vive una enorme tensión, bajo la amenaza de un "Armagedón nuclear" como ha llamado el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, a la advertencia del presidente de Rusia, Vládimir Putin, de usar armas nucleares.
El honor por la alta representación en un órgano esencial de las Naciones Unidas que tiene la responsabilidad de velar por la paz y la seguridad internacionales, se vuelve inquietante porque la invasión rusa a Ucrania ha hecho saltar por los aires las fichas del tablero geopolítico global.
Los miles de muertos, los millones de desplazados, las carencias y las restricciones, producto de la demencial acción, son inadmisibles.
El temor está en el aire mientras la retórica bélica sigue in crescendo, después de que el presidente Volodímir Zelenski firmara, el 30 de septiembre pasado, la solicitud de ingreso de Ucrania a la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte).
Y Rusia, en respuesta, hablara de usar armas nucleares.
En caso de un ataque nuclear a Ucrania o a cualquier otro territorio, "la respuesta de Occidente sería la aniquilación del ejército ruso", ha replicado el jefe de la diplomacia europea, el español Josep Borrell.
Mientras que Alemania planea un escudo antimisiles al que se han unido al menos 14 países de la Unión Europea (UE).
Desde el Kremlin, el autócrata que ha convertido la energía en un arma de guerra, ha hablado también de la "amenaza real de hambruna" y de levantamientos sociales, por la volatilidad de los precios.
Lo dice con cínico desparpajo porque él inició la guerra al invadir Ucrania, el 24 de febrero pasado.
La escasez de energía mantiene a Europa en vilo, al avecinarse un invierno nunca imaginado.
En el mundo entero, nada es igual desde la guerra.
En Estados Unidos, hay una poco común cohesión entre conservadores y progresistas en el Capitolio, que aprueba toda iniciativa política y económica.
La contundencia del apoyo de Washington a la nación agredida es de carácter militar, humanitario y en suministros; suman miles de millones.
A escala global, la guerra ha ralentizado la recuperación económica tras la pandemia. Los peores augurios se vuelven realidad.
El economista jefe del FMI, Pierre-Olivier Gourinchas, acaba de señalar que "lo peor está por venir" y que, en 2023, muchos sentirán una recesión.
La economía mundial está proyectada para crecer 2,7%, abajo del 3,2% de 2022 y muy por debajo del 6% de 2021.
Pero hay más efectos.
En Sudamérica, con serios problemas sociales, la guerra no solo ha golpeado las economías, provocando reacciones diversas, sino que ha evidenciado las diferencias ideológicas.
Los intereses económicos de China, y ciertos intereses militares de Rusia, parecen determinantes.
Cuba, Nicaragua y Venezuela apoyan a Putin y acusan a Occidente de manipular la información para debilitar a Rusia.
México se ha movido en dos aguas y El Salvador, de Nayib Bukele, se abstiene de condenar a Moscú.
Como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, México votó a favor de la resolución que condenó la invasión rusa. También lo hizo en la OEA, pero el presidente Andrés Manuel López Obrador ha repetido que "México es neutral".
En las Naciones Unidas, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, llamó a Rusia y Ucrania a "hacer la paz", sin fijar una postura, aunque Bogotá sí firmó, junto a otros 45 países, una declaración ante el Consejo de Seguridad contra la anexión de territorios ucranianos a Rusia.
Argentina no estuvo de acuerdo con la separación de Rusia del G 20, porque dice creer en el multilateralismo. Y porque ese es un foro económico.
Cuando en abril pasado, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU expulsó a Rusia, con la negativa de Bolivia. Brasil y México se abstuvieron.
Brasil es un caso sui géneris, no porque Jair Bolsonaro apoye a Putin, sino por la postura de su archirrival, Luiz Inácio Lula da Silva.
El dirigente del Partido de los Trabajadores (PT) culpa tanto a Putin como a Zelenski por la guerra. También ha criticado a Estados Unidos, por no haber "evitado el conflicto".
La conducta de algunos presidentes de Latinoamérica ha causado tanto asombro que, en su intervención previa al inicio de la 52° Asamblea General de la OEA, celebrada en Lima, el presidente Zelenski, fue severo.
"¿En qué lado estaría Simón Bolívar en una guerra como esta que Rusia desató contra Ucrania? ¿A quién apoyaría San Martín? ¿Con quién simpatizaría Miguel Hidalgo?", se preguntó, en una intervención telemática.
Y agregó: "Creo que no apoyarían a alguien que se enfrenta a un país más pequeño como un típico colonizador, a alguien que constantemente miente y que no llama guerra a una guerra".
Frente a Ucrania, la postura de Ecuador ha sido inapelable, en todos los foros, y el propio presidente Lasso ha condenado la invasión.
Al otro lado del mundo, en Pekín, estos días se realiza el XX Congreso del Partido Comunista, siendo el protagonista el presidente de China, Xi Jinping.
En la apertura, Xi no ha hablado de Ucrania sino de la "reunificación de China". Su objetivo es Taiwán.
China es el segundo socio comercial de Sudamérica, después de Estados Unidos, con un intercambio de USD 450.000 millones. Y su influencia ha crecido con el suministro de vacunas por la pandemia.
¿Qué pasará si China decide usar la fuerza en Taiwán?
Solo de imaginarlo, la piel se eriza.
Junto a Japón, Malta, Mozambique y Suiza, Ecuador estará, desde enero, en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas como miembro no permanente.
Los cinco permanentes con poder de veto son: Estados Unidos, Reino Unido, China, Francia, y Rusia.
Son tiempos muy peligrosos, pero hay que encarar la realidad, que hoy tiene nombre apocalíptico: "Armagedón nuclear".