Ecuador 2024: unidad y esperanza
Ecologista. Líder global en acción climática. PhD en políticas públicas de Ohio State University.
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La sociedad nacional confronta una oportunidad histórica de transformarse y avanzar con esperanza y unidad a un futuro promisorio. El 2024 debe permitirnos marcar un hito. El inicio de un proceso programático de transición a la sostenibilidad.
Hemos vivido momentos de estupor universal a partir de la pandemia desde 2020. Este periodo de incertidumbre ha favorecido un Estado marcado por división, fragmentación y desesperanza en lo político, económico, social y ambiental. La llegada de 2024 nos invita a replantearnos el Ecuador que queremos para nosotros y nuestros hijos. Nuestras decisiones definirán un horizonte de futuro cercano y determinarán la posibilidad de consolidación de nuestra democracia.
Algunos hechos en lo internacional y lo nacional nos demuestran que un Ecuador productivo, próspero, justo y equitativo a partir de nuevos modelos económicos respetuosos de la naturaleza es posible. Siempre y cuando, nos lo propongamos como objetivo nacional.
En lo internacional, la reciente Conferencia de Cambio Climático en Dubai marca la voluntad política de todos los países miembros de las Naciones Unidas para impulsar el fin de la era petrolera como elemento central para estabilizar el incremento de las temperaturas antes de que sea demasiado tarde.
Este escenario plantea serios retos a un país petrolero con 50 años de dependencia y altísimos costos sociales-ambientales acumulados en un pasivo que heredarán futuras generaciones. En particular, considerando que los compromisos internacionales de lucha contra el cambio climático demandan reducir 50% de emisiones al 2030 y el 100% al 2050 de gases de efecto invernadero resultante de la combustión de energía petrolera y carbón mineral.
Adicionalmente, las crecientes demandas legales en el plano internacional contra empresas petroleras públicas y privadas como responsables de los impactos climáticos sobre la presente y futuras generaciones, pronto las terminará de consolidar ante la opinión pública como los principales enemigos de la estabilidad planetaria y de la supervivencia humana y de la naturaleza. En lo económico, los riesgos por posibles indemnizaciones vinculadas a pagos por pérdidas y daños; y, otros riesgos reputacionales volverán muy costoso financiar actividades petroleras e incrementará rubros de arbitraje internacional.
En lo nacional, la conducción de la esperanza colectiva puede estimularse por el resultado de la consulta popular a favor de la protección del Parque Nacional Yasuní y de los pueblos en aislamiento voluntario que en él habitan a través de la no extracción petrolera en el Bloque ITT. Este resultado nacional demuestra lo que podemos lograr como sociedad con resonancia en las discusiones globales. Distintos movimientos sociales y ambientalistas, particularmente los jóvenes Yasunidos, nos demostraron que con determinación se pueden vencer retos y perseverar en una lucha de más de 10 años, hasta vencer.
Amparados en una constitución garantista de derechos, el resultado del referéndum sobre el ITT señala el espíritu del nuevo Ecuador que trasciende de lo académico a un producto social.
La propuesta de un nuevo país que protege la naturaleza como piedra angular para alcanzar el buen vivir logró movilizar jóvenes y recuperar entusiasmo por la equidad, la justicia social, y la comunidad universal. Sin dudas, el mejor remedio para que la expectativa colectiva venza la desesperanza post-COVID y la zozobra en las que nos sumergen el divisionismo político, la inseguridad resultante de organizaciones narcodelictivas y la corrupción sistémica.
La responsabilidad histórica del gobierno pasa por demostrar la capacidad de haber aprendido a entender la demanda social.
De ser así, podemos esperar que traducirá el aprendizaje e impulsará un diálogo nacional durante 2024 que nos permita tomar decisiones y proveer previsibilidad a los futuros ingresos nacionales en corto, mediano y largo plazo. Estamos listos como sociedad para superar la lógica extractivista como medio de pago de intereses generados por deuda o canjes oscuros y transitar, con unidad y esperanza, a ser un país que aproveche las oportunidades de la transición energética global.
Ecuador puede y deber capturar inversión internacional a través del despliegue de energías renovables, apertura al mercado de carbono internacional; y, fomento de nuevas industrias de la bioeconomía que potencien nuestra capacidad productiva agrícola como medio parar generar ingresos previsibles, sin exposición a riesgos climáticos, y con empleos nuevos y dignos.