Con Criterio Liberal
La 'economía violeta' es una ley sin sentido
Luis Espinosa Goded es profesor de economía. De ideas liberales, con vocación por enseñar y conocer.
Actualizada:
La Asamblea de Ecuador aprobó en enero la Ley de Fomento de la Economía Violeta.
El primer problema que tiene esta ley sin sentido alguno es que no existe la economía violeta.
La economía es una sola, es tanto una actividad humana, que realizamos todas las personas todos los días, eligiendo, produciendo, consumiendo, ahorrando… como el estudio de esa actividad (lo que podríamos denominar economología).
Y no hay diferencia alguna entre la economía de los hombres y la economía de las mujeres, que es lo que se supone que es la 'economía violeta', pues como humanos respondemos igual a los incentivos, elegimos y producimos bajo los mismos principios.
En realidad, 'economía violeta', como otras muchas economías de colores que se han puesto de moda (economía naranja, economía verde, economía azul…) es desconocer lo que es la economía e intentar hacer algo distinto, pues no se comprende lo básico.
Con concepciones tan equivocadas, no extraña que el resultado sea este despropósito.
Lean el primer párrafo de la ley. Literal:
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Artículo 1. Objeto.
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Fortalecer, promover, garantizar y ejecutar la transversalización del enfoque de género y multiculturalidad a través de la generación de incentivos y políticas públicas que incentiven a la población civil a la potencialización de las mujeres en su diversidad, principalmente para aquellas que han sido víctimas de violencia, o se encuentran en situación de vulnerabilidad las mujeres pertenecientes a los diferentes pueblos y nacionalidades debidamente reconocidos; a las diversidades sean estas de comunidades, pueblos y nacionalidades que el Estado ecuatoriano reconoce como único e indivisible, sexo genéricas, trabajadoras sexuales y mujeres con empleo informal, en el entorno económico para lograr un empoderamiento, crecimiento e independencia personal, económica, social y laboral inclusivos, generando beneficios, mecanismos de acceso y diseñando estrategias de acción, planificación y cronogramas que garanticen el acceso de las mujeres en su diversidad al desarrollo económico, del conocimiento, social, laboral y personológico.
No, no tiene ni un sólo punto. No, 'personológico' no existe en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua. La única acepción que he encontrado ha sido la de una pseudociencia relacionada con la frenología.
No sé qué es más inquietante, la opción de que los asambleístas aprueban leyes como esta, sin haberlas leído, o pensar que la han aprobado habiéndola leído.
La ley lo único que hace en la práctica es imponer más regulaciones a las empresas (planes de prevención del acoso, planes de igualdad), que son documentos que se hacen por cumplir con la normativa, pero que dificultan aún más tener una empresa en Ecuador y nada cambian en la práctica.
La norma parte de la concepción de las mujeres como víctimas, afirma que la brecha de género se debe a los roles de género. La conclusión hecha norma incluso antes de hacer el estudio.
Y luego hace un llamado a investigar más la 'economía violeta' pues reconoce que no hay datos suficientes sobre lo que han legislado.
Además, hacer una ley ad hoc para un colectivo es lo contrario de la igualdad jurídica, pues no nos trata a todos por igual a efectos económicos, sino que establece discriminaciones legales. De hecho, las mujeres en pasantías 'computarán' por 1,5 hombres a efectos de cumplir la norma, como si mujeres y hombres no valiésemos exactamente lo mismo.
Para que las mujeres de Ecuador tengan mejores trabajos y mejoras en su economía necesitan exactamente lo mismo que los hombres: que haya un entorno más favorable para la producción, para que haya más empresas que crezcan y contraten más.
Y lo único que hace esta ley es imponer más regulaciones, que harán menos probable que haya más empresas y, por tanto, menos empleos.
Esta ley es un dislate de principio a fin. Desde su primer artículo (ya citado) hasta el último, que regula un supuesto distintivo que otorgará el ministerio a las empresas que cumplan con las normas de 'economía violeta', como si los clientes fuésemos a comprar más a esas empresas, estableciendo, ahí sí, una discriminación por género.