Economía y Desarrollo
Economía de la salud: recuperación y la sostenibilidad en el post-Covid
Doctor en Economía, máster en Economía del Desarrollo y en Política Pública. Director general académico de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.
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Lo primero que se necesita para estar bien es estar vivo, estar y mantenerse sano y de ser el caso recibir atención y cuidado para poder recuperarse de una enfermedad.
La economía se encarga de la asignación de recursos, siempre buscando la eficiencia (satisfacer necesidades con el menor uso posible de recursos) y equidad, para producir, intercambiar y consumir bienes y servicios necesarios para satisfacer necesidades.
Se produce para consumir, se consume para estar sano y se requiere estar sano para poder producir. Si una persona no come se enferma, si se enferma no puede trabajar, si no trabaja no tiene qué comer, a menos que existan mecanismos de apoyo.
Estar sano, además permite estudiar y aprender de mejor manera. Tener buena salud, conocimiento y experiencia permite producir mejor (aumenta capacidades o “capital humano”).
No hay dicotomía. No se puede escoger entre salud y economía. La una no es posible sin la otra.
Si alguien tenía dudas, la pandemia de Covid-19 y las necesarias medidas de distanciamiento y aislamiento para controlar la curva de contagios lo han dejado claro.
Hay quienes insisten en que no se puede mantener el aislamiento por las pérdidas económicas que se generan, que se debe permitir y fomentar el turismo, reabrir mercados y comercios, autorizar construcciones, etcétera.
¿Y las vidas? ¿Cuánto vale una vida? Abrir actividades económicas, cuando aún no se ha controlado la transmisión del virus y no se cuenta con tratamiento ni vacuna, pone en riesgo la salud y la vida de las personas.
¿Y el ingreso y la comida? El efecto de no salir a trabajar en muchos casos es no poder comer, sobre todo en hogares que realizan actividades informales y en obreros cuyas actividades difícilmente pueden adaptarse al distanciamiento y la virtualidad.
La atención en la pandemia requiere movilización de recursos al sistema sanitario (financiamiento), adquisición y distribución de insumos (gestión), generación de protocolos (investigación y diseño de políticas y procesos), coordinación de un sistema nacional de salud (gobernanza).
Garantizar la salud de las personas no pasa únicamente por el aislamiento y la cuarentena, sino también por el acceso a bienes y servicios indispensables, así como atención para prevenir otro tipo de enfermedades físicas y mentales y para mitigar riesgos de violencia intrafamiliar.
Esto implica un sistema de protección social que garantice esos bienes y un sistema de cuidados que brinde esos servicios.
La reactivación de la producción, el intercambio y el consumo necesita de pruebas masivas para determinar cadenas seguras, protocolos sanitarios para controlar la propagación del virus, garantizar la prevención y, de ser el caso, la atención efectiva, realizar inversiones para generar nueva infraestructura logística, así como nuevos mecanismos de pago que prioricen el uso de medios digitales, además de brindar liquidez a empresas de todo tipo.
¿Y los recursos que se necesitarían de dónde salen? Todo problema económico tiene un objetivo a cumplir y una restricción. La economía reconoce que hay escasez de recursos, por eso hay que priorizar, buscar la eficiencia y garantizar la equidad (optimizar).
En este contexto, la economía de la salud toma nueva pertinencia. Es fundamental para pensar un mundo post-Covid-19.
En el reciente informe conjunto entre la CEPAL y la OPS, titulado 'Salud y economía: una convergencia necesaria para enfrentar el Covid-19 y retomar la senda hacia el desarrollo sostenible en América Latina y el Caribe', plantea la necesidad de fortalecer la rectoría de los estados de los sistemas de salud para articularla con la política económica, la importancia de tomar medidas basadas en evidencia científica, la relevancia de garantizar el debido financiamiento a los sistemas sanitarios, y generar nuevas formas de gobernanza para una mejor coordinación.
Reactivar y mantener funcionando la economía no se puede lograr si no se protege la salud y se garantiza la vida. Tampoco tendría sentido hacerlo.