El Chef de la Política
Don Alfonso y Don Guillermo
Politólogo, investigador de FLACSO Ecuador, analista político y Director de la Asociación Ecuatoriana de Ciencia Política (Aecip).
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Traje oscuro de por medio, don Alfonso y don Guillermo conversan sobre los cien días del Gobierno Nacional. Arrancan con la vacunación y las alegrías son mayores. Todo ha ido bien y la ministra de Salud es la gran ganadora, sin lugar a dudas.
Aunque en campaña se decía que el Vicepresidente sería el eje del proceso, en realidad la figura del ex decano de Medicina ha quedado relegada a ser el portavoz de los lamentos del Gobierno por el estado de los hospitales y el sistema de salud en general.
Sin embargo, pronto la conversación deriva a temas menos agradables. La economía y su reactivación es el punto en debate y allí don Guillermo apura a señalar que la proforma presupuestaria que está ahora mismo en la Asamblea Nacional no es el referente de la línea ideológica de su Gobierno, pues servirá apenas para el último trimestre de este año, y que hay que esperar al envío de la de 2022.
Allí sí que habrá cambios, anticipa: más ingresos por petróleo y menos egresos por gasto público. Pero la reducción se dará con tino y cuidado, ha dejado en claro.
Educación y salud, por ejemplo, serán revitalizadas. Buena noticia para los que desean reactivar la economía sin perder de vista la inversión social. Pésimo aviso para quienes la palabra Estado resulta atractiva únicamente cuando se trata de buscar a quien imputar las pérdidas generadas en el sector privado.
Ya entrado en gastos, don Alfonso indaga en el tema fiscal y la carga tributaria del país. El Impuesto a la Salida de Divisas se eliminará con cautela y prudencia, responde don Guillermo. Cautela y prudencia, dos palabras que habrán llegado como un puñal al corazón de los más ortodoxos del cambio a rajatabla, tal cual señala el libro que en la 'Yoni' les hicieron leer de cabo a rabo, sin criticidad de por medio, claro.
Entonces, cuando la conversación va tomando cuerpo, salta el tema de la herencia y la necesidad de eliminar el impuesto que la graba, no solo porque genera muy pocos ingresos, lo que es cierto, sino también porque "todos los ecuatorianos, el más modesto de los ecuatorianos es dueño de un terrenito, es dueño de una casa, es dueño de un barco pesquero, es dueño de una finca..."
Don Alfonso respira profundo y don Guillermo no parece dimensionar lo que ha dicho. Las redes sociales se encargarán de informarle del tremendo desliz cometido y la afrenta dirigida hacia una porción muy importante del país que en ocasiones tiene que decidir entre almorzar o cenar.
En fin, cuánto bien le haría al gobierno que su Presidente públicamente pida disculpas por lo dicho.
Además, y ya como nota de este cronista, el impuesto a la herencia genera pocos recursos económicos, en efecto, pero a la vez propicia muchos apoyos de naturaleza simbólica. ¿Para qué ganarse la antipatía de amplios sectores populares? ¿Para qué caer en el peligroso debate de pobres frente a ricos, que tanto daño ha causado al país?
Si bien cautela y prudencia siguen como eje del discurso de don Guillermo, en un momento dado la firmeza se hace presente. El decreto que elimina subsidios es inamovible, señala. Don Alfonso se revela incrédulo y pregunta lo mismo desde varias perspectivas, pero la respuesta es la misma.
No hay una referencia explícita al movimiento indígena en esta ocasión y con ello, a diferencia de ocasiones anteriores, el Gobierno evita posicionar a la Conaie y su dirigencia como legítimos contradictores. Con ello, los contertulios súbitamente prefieren pasar al tema internacional y la relación del Ecuador frente al mundo.
Ahí el posible acuerdo comercial con México ocupa varios minutos. Estratégica alusión a ese país y no a otro pues, para la oposición política resulta incómodo criticar un acercamiento de ese tipo con la tierra que acoge a buena parte de su dirigencia.
Siguen en la descripción de don Guillermo los posibles acuerdos con China y, finalmente, con Estados Unidos. En ese orden. En este caso, el orden de los factores sí altera el resultado.
Retoma la batuta don Alfonso, y como el tiempo avanza y necesita posicionarse, desata la bomba de la relación del Gobierno frente a la Asamblea Nacional. Si se quiere aprobar una ley laboral nueva, de la que han hablado de a poco en diferentes momentos del encuentro, y la legislatura no da paso, ¿cuál es la alternativa?
Ahí, colocado entre la espada y la pared, don Guillermo no titubea en señalar la consulta popular como la salida si no encuentra aliados. Aunque dice tener esperanza en que se superen "los condicionamientos ideológicos o los perjuicios personales", que en buen romance es la forma de referirse a Rafael Correa y a Jaime Nebot, y ahora sí importa el orden de los factores, don Guillermo se siente seguro que en las urnas le iría muy bien con la aprobación de un nuevo régimen laboral.
Sin embargo, Revolución Ciudadana, nuevo nombre del partido ahora conducido por Marcela Aguiñaga, se frota las manos y le apuesta a ganar con el NO y a sepultar al Gobierno antes del primer año. Esta posibilidad está en la mente de don Alfonso y de don Guillermo. Sin embargo, el uno evita la pregunta y el otro agradece por el gesto.
Ya en los últimos minutos, don Alfonso se queda sin aire, como uruguayo jugando en Quito, y Don Guillermo empieza a respirar tranquilo. No le preguntaron por el posible incremento del IVA o por la pretendida eliminación de la tabla de consumo de drogas.
Tampoco se habló nada del área social en temas clave como la desnutrición infantil o la orientación de la educación pública primaria y secundaria. Algo se dijo sobre corrupción, pero ya cuando la gente buscaba en qué ocuparse.
Algo también se apuntó sobre el ex embajador en España y su fugaz y desatinado paso por esas tierras. Una ligera alusión a que don Guillermo no es don Mauricio, el albiceleste, sobre todo porque acá hay dólares y allá no, cerraron la tertulia.
Don Alfonso, le he visto entrevistar a muchos presidentes, afirma don Guillermo. Y este cronista piensa, ahí hay tema de discusión sobre cuál de esos presidentes fue el primero que don Alfonso entrevistó.