Al aire libre
Dolores de mujeres
Comunicadora, escritora y periodista. Corredora de maratón y ultramaratón. Autora del libro La Cinta Invisible, 5 Hábitos para Romperla.
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Cuando nos están pinchando con una aguja larga en el cuello vivimos un momento de presencia total. Aquí y ahora. No podemos pensar en nada más.
Ayayaysito.
Respiro, abro los ojos y leo una frase en la pared del consultorio:
“Tal vez la herida no sea tu culpa, pero sanar es tu responsabilidad”.
Terminada la intervención y todavía con susto le pregunto a la Dra. Gina Rueda por qué se produce estas lesiones en los ligamentos o músculos que sostienen la cabeza.
“Como estamos a 8 de marzo, vamos a hablar de los dolores de la mujer,” me contesta.
Antes se llamaba el “síndrome de la secretaria” por sostener el teléfono entre la oreja y el hombro. Ahora es el síndrome del oficinista.
Viene a ser lo mismo.
La diferencia de volumen muscular en las mujeres es un 30% menos que en los hombres.
El cuello de la mujer es más delgado porque necesita más movilidad, está hecho para dar de lactar a un niño mientras se rota el cuello a los diferentes ángulos con movimientos oculares amplios para poder vigilar a los otros hijos: que no se caigan, ni estén en peligro. En la época de las cavernas que no sean atacados por los animales salvajes.
Nuestro cuerpo está atrasado para lo que hacemos ahora. Le cuesta adaptarse al mundo de la tecnología, por ejemplo.
En décadas anteriores se tenía muchos más hijos y eso hacía que el cuello femenino a lo largo de los embarazos y la lactancia se fuera fortaleciendo.
Ahora se tiene uno o dos, máximo. No hay mucho tiempo de lactancia, el cuello se debilita frente a una demanda muy importante como es la actividad de oficina.
“De cada cinco hombres que vienen a mi consulta por problemas en el tren superior, -dice Gina Rueda, uno es de cuello, el resto es de columna lumbar. En el caso de mujeres es al revés, una viene por columna y el resto, cuello”.
Horas inertes frente el computador, posiciones tensas para ver y escribir en el celular, poca movilidad, producen afecciones en el cuello, hombros, espalda.
Tal vez la herida no sea tu culpa, pero sanar es tu responsabilidad.
La frase del consultorio la atribuyen al psicólogo napolitano, Walter Riso. Habla de la molestia, la lesión, el dolor, que, si no te curas con remedios caseros y cambiando los hábitos y posiciones, tienes que buscar ayuda profesional.
En un día como hoy, es interesante saber que las mujeres desde pequeñas aprendemos a soportar el dolor ya que tenemos más conexiones neurológicas de percepción de dolor. Los hombres no lo gestionan muy bien.
Se puede decir que la mujer es el sexo fuerte en términos de más flexibilidad, más cuidado en su alimentación, menos infarto. Por la carga emocional que tenemos debido a la ovulación, parto, lactancia, la memoria de la oxitocina en nuestro cuerpo permanece. Nos llena y nos pone felices. En los hombres es distinto: su ego, su desempeño sexual, su competencia son los factores que les llena de oxitocina.
Somos físicamente distintos, en cambio, la voluntad, la perseverancia, la capacidad de adaptación a un entorno hostil, entre otros valores, se pueden manifestar sin distinción en ambos sexos.
Este día nació en homenaje a las 129 mujeres trabajadoras de una fábrica textil, que murieron en un incendio mientras realizaban una huelga para mejorar sus condiciones laborales.
Es un día para seguir aportando con maneras de favorecer a los más vulnerables de la sociedad. Es un día para homenajear a mujeres que sobresalen por romper el molde, combatir las injusticias demostrando una trayectoria impecable.
En Ecuador quien nos representa y enorgullece es nuestra fiscal general, Diana Salazar, que cada día se reviste de una valentía impresionante, jugándose la vida por enfrentar el narcotráfico, narcopolítica, el crimen organizado, lo realmente malo y siniestro que hay en nuestro país.
Con orden, trabajo en equipo, rigurosidad, honestidad, empeño en sus labores, creencias firmes, Diana Salazar es un ejemplo de cómo hay que ser.
Nuestro respaldo total a su gestión.