Leyenda Urbana
Los diversos sombreros de Leonidas Iza
Periodista; becaria de la Fondation Journalistes en Europa. Ha sido corresponsal, Editora Política, Editora General y Subdirectora de Información del Diario HOY. Conduce el programa de radio “Descifrando con Thalía Flores” y es corresponsal del Diario ABC
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Los últimos días deben haber sido de gran tensión para el dirigente de la Conaie, Leonidas Iza, urgido a acertar con sus palabras, so pena de quedar en evidencia de que su agenda, desde 2019, no es la paz y la democracia, sino el caos y el estallido.
El destino político ha puesto a Iza, una vez más, bajo el escrutinio de los ecuatorianos, que, al cierre de las mesas de diálogo, luego de 90 días de un ejercicio inédito en la democracia del país, aguardan el pronunciamiento del presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador.
Sus declaraciones, antes del feriado de octubre, aludiendo a movilizaciones, mientras las mesas técnicas entre el Gobierno y las organizaciones sociales, que parecen mortificar a Iza, estaban por concluir, fueron desafortunadas.
No tuvieron eco porque, aunque presida la Conaie, Iza no representa a la globalidad del movimiento indígena de Ecuador, donde hay miles que piensan y actúan de manera diferente, incluidos algunos de la Feine y la Fenocín, también protagonistas en estos tres meses de encuentros.
Mantener los diálogos ha demandado mucho ingenio y gran sensibilidad humana, para sortear las permanentes amenazas y las maniobras desestabilizadoras.
El papel de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana ha sido providencial para mover el timón de la nave en medio de las tormentas, hasta llevarlo a buen puerto, evitando el abordaje de piratas, que querían arrasar con todo.
En el proceso, los líderes religiosos han conocido el alma de la dirigencia indígena y los intereses que la mueven, en especial a Iza.
Pero también la de ministros y funcionarios de Lasso, algunos de los cuales recién habrán descubierto la diversidad del país y los anhelos de estos compatriotas.
Algún día se sabrá los entresijos del proceso, observado con atención, incluso, desde el exterior.
Es evidente que la agenda política personal de Leonidas Iza, que quiere el poder, no se ha detenido durante los diálogos, a lo largo de los cuales ha usado, al menos, dos sombreros: el de negociador y el de opositor político, a la vez.
Apenas el presidente Lasso anunció la consulta popular, salió a descalificarla.
Con osadía, aseguró que el Presidente de la República, elegido en las urnas, no tiene legitimidad alguna para preguntar nada a los ecuatorianos. Y que lo que busca Lasso es oxigenarse políticamente y controlar todos los poderes.
Lo dice quien, prevalido de una ignominiosa amnistía que le otorgó la Asamblea a él y a otros 267 sediciosos de octubre de 2019, bajo el falaz argumento de reconciliar al país, lo violentó, otra vez, durante 18 días, en junio pasado, poniendo a la democracia en un abismo.
Así es Iza.
Moviendo los hilos del poder desestabilizador que tiene, ha logrado que una jueza declare la nulidad del proceso en su contra y le retire las medidas cautelares, por los hechos de junio.
Pero él quiere más.
Exige la reparación integral para las víctimas del paro que el mismo convocó, en junio, y que produjo dolor, más división, la pérdida de vidas de compatriotas y pérdidas económicas por USD 1. 000 millones.
Quiere que las mesas de diálogo absuelvan el pedido, aunque son los jueces quienes deberían resolverlo, por tratarse de un tema del ámbito legal.
Parece inverosímil, pero a un tris de finiquitar el proceso de diálogo, la mayor amenaza a su éxito proviene del presidente de la Conaie.
Discípulo del sentenciado y prófugo, usa el odio como movilizador de apoyos, aunque fracture más al país, mientras convierte el doble discurso en su sello de identidad.
Hacia el exterior es un ecologista consumado, que defiende la naturaleza; casa adentro, exige que subsidien los combustibles, que provienen de recursos fósiles.
Cuando Gustavo Petro, presidente de Colombia, elimina el subsidio a la gasolina, es santo y bueno. Cuando lo plantean en Ecuador, lo sataniza. Iza se pone el sombrero de la conveniencia y la contradicción, al mismo tiempo.
En su libro 'Estallido', proclama el comunismo indoamericano, y la toma del poder por la fuerza; en su retórica, se hace pasar por demócrata.
Habla de transparencia, pero nunca ha revelado cómo financió el paro y las movilizaciones de decenas de miles de compatriotas para bloquear las ciudades.
E invoca los derechos humanos, pero lo hace de manera selectiva.
La metamorfosis kafkiana cobra vida en Leonidas Iza, que da declaraciones propiciando el diálogo, pero desde adentro ha buscado su implosión.
Si las mesas de diálogo entre el Gobierno y los movimientos indígenas resultan exitosas, no serán por Iza, sino a pesar de él.
Junto a Correa, a quien siempre complace en sus deseos de soliviantar al país, deben ser los únicos que no han valorado las negociaciones de los sectores sociales con el Gobierno.
Faltan horas para que se conozcan los más de 100 acuerdos que habrá dejado el proceso. El país tendría que respirar sin perder de vista a quién apuesta a la división y el caos, sembrando odio, aunque luciendo el sombrero de pacifista y negociador.
Los ecuatorianos haríamos bien en seguir al filósofo francés André Glucksmann, quien dijo que la resistencia al odio ha sido el gran motor de la historia. Y escribir la nuestra propia, dejando que Iza siga cambiándose de sombrero, a conveniencia.