Canal cero
¡Escoged entre Dios y Satanás!
Doctor en Historia de la Universidad de Oxford y en Educación de la PUCE. Rector fundador y ahora profesor de la Universidad Andina Simón Bolívar Sede Ecuador. Presidente del Colegio de América sede Latinoamericana.
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Luego de que se conoció la 'venta de la bandera' en un oscuro negociado internacional, el 5 de junio de 1895, con un golpe de estado en Guayaquil, comenzó la Revolución Liberal liderada por Eloy Alfaro.
El gobierno conservador de Quito y el clero se radicalizaron. Los obispos se lanzaron contra Alfaro y el liberalismo. El obispo de Portoviejo, Pedro Schumacher, conocido por su fanatismo, al abandonar la provincia, lanzó una condena contra los manabitas que respaldaban masivamente a Alfaro. Les decía: "Escoged entre Dios y Satanás; pues de esto se trata".
Añadía en tono de amenaza: "Si ahora queréis rechazarnos, haced lo que os plazca, pero en la presencia de Dios, que es nuestro Juez común, os haremos responsables, tanto de las calamidades que os vendrán a vosotros y a vuestros hijos".
Condenaba la "ingratitud" de los manabitas y advertía: "Si con la cooperación de los hijos de Manabí se logra exterminar la Religión Católica de estas regiones, se cumplirá tal vez para siempre la palabra del Señor: Yo me voy y vosotros moriréis en vuestro pecado".
Y exclamaba: "Soldados cristianos, ¡el que sucumbiere en la contienda con el impío radicalismo, logra la palma del martirio!" Al fin lanzaba un exorcismo: "Rechace el Señor a los espíritus infernales que andan atizando esta abominable guerra y bendiga y conforte a los soldados de la Iglesia".
El arzobispo de Quito, Pedro Rafael González Calisto lanzó una carta pastoral de tono histérico llamando a la lucha armada. Advertía que Alfaro arrasaría el país con sus montoneros al grito de "muera Jesucristo", "abajo la Religión".
"El enemigo llama a las puertas de la República, consagrada al Divino Corazón de Jesucristo, a las puertas del pueblo católico por excelencia", decía.
Y "el enemigo es el liberalismo y radicalismo en toda su repugnante desnudez y asquerosa deformidad", agregaba, añadiendo con aire apocalíptico: "Monstruo es del infierno, espantoso, indescriptible, el liberalismo y radicalismo; es la Gran Ramera de Babilonia… Tomad pues las armas y tener buen ánimo… Con nosotros está Dios: y si Dios está con nosotros, ¿quién se atreverá a oponernos resistencia?"
Pero los liberales se atrevieron a oponerse. Y ganaron con grandes recursos y apoyos. El gobierno de Alfaro tenía mucho dinero. Mientras el de Quito tuvo dificultades para levantar un empréstito de 8.000 sucres, en Guayaquil el Jefe Supremo consiguió con facilidad uno de 200.000 sucres.
El gobierno de Quito tomó todos los fondos fiscales para armar el ejército. Se hizo una recolección de limosnas y contribuciones entre seglares, comunidades religiosas, hermandades funerarias y curas párrocos. Pero solo juntaron 40.000 sucres.
Alfaro, al que llamaban 'general de las derrotas', venció en la guerra civil y entró en Quito en septiembre de 1895. Desde allí dirigió al país y la mayor transformación de nuestra historia, que no fue obra de Satanás, sino del pueblo.