Efecto Mariposa
¿Realmente son las mujeres menos corruptas?
Profesora e Investigadora del Departamento de Economía Cuantitativa de la Escuela Politécnica Nacional EPN. Doctora en Economía. Investiga sobre temas relacionados con pobreza y desigualdad.
Actualizada:
Las mujeres sí serían menos corruptas que los hombres, según un estudio realizado por el Banco Mundial.
El organismo llegó a esa conclusión después de analizar 100 países y evidenciar que, en aquellos que presentaban una mayor proporción de mujeres legisladoras, había menos casos de sobornos.
El resultado reportado por el Banco Mundial era esperado y confirmaba la idea arraigada de que las mujeres son menos corruptas, misma que se basa en estereotipos que asocian la feminidad con pureza, honestidad y confiabilidad.
Estos estereotipos estaban tan enraizados hasta el punto de que, hace algunos años, México y Perú anunciaron que su estrategia para combatir la corrupción consistía en la incorporación de agentes de tránsito femeninas.
También hay experimentos que confirman que las mujeres generan un nivel más alto de confianza que los hombres
A pesar de que el resultado reportado por el Banco Mundial estaba en consonancia con lo esperado, surgieron algunas dudas y, actualmente, la evidencia es ambigua, pues no se ha podido confirmar que haya diferencias biológicas entre hombres y mujeres a la hora de cometer actos de corrupción.
Con todo, ya hay algunas pistas que ayudan a entender comportamientos distintos de hombres y mujeres frente a la corrupción.
Para derribar el mito de una aparente superioridad ética y moral de las mujeres surgió un elemento que explicaría por qué las mujeres estarían menos inmersas en casos de corrupción y de criminalidad: la aversión al riesgo.
La aversión al riesgo es la tendencia que una persona muestra a priorizar las ganancias en lugar de las pérdidas, especialmente en escenarios de incertidumbre.
Según diversas investigaciones, las mujeres estarían menos dispuestas a correr riesgos que los hombres, y esto explicaría el hecho de que haya menos escándalos de corrupción protagonizados por mujeres.
De este modo, las mujeres no necesariamente serían menos corruptas, sino que tendrían más miedo de incurrir en actividades ilegales.
Otro factor que explicaría la menor participación de mujeres en actos ilícitos es que a ellas se les exige más que sean honestas y reciben una mayor sanción social cuando no lo son, socavando el principio de igualdad que debería existir ante este tipo de situaciones.
Asimismo, la propia corrupción sería la responsable de que las mujeres sean menos corruptas, pues esta impide que ellas alcancen posiciones de poder, restringiéndoles la posibilidad de que sean corruptas.
Sí, en efecto, hay estudios que sugieren que, cuando tienen la oportunidad, las mujeres que están en una posición de poder son igual de corruptas que los hombres.
Adicionalmente, hay investigaciones que sostienen que en ambientes corruptos dominados por la presencia masculina se genera resistencia a la participación de mujeres en las redes de corrupción.
Si bien la menor exposición de las mujeres a los puestos de poder está ligada al papel tradicional que desempeñan en el hogar, esta función también incidiría en el hecho de que tengan menos propensión a participar en actos de corrupción, pues al ser las madres las principales responsables de la crianza de los niños, ellas tendrían presión para ser honestas y transmitir ese ejemplo a sus hijos.
No obstante, esa misma función de cuidadoras las haría más propensas a cometer delitos de nepotismo y otras formas de corrupción para proteger a los suyos.
Por último, las mujeres serían más rigurosas al identificar actos de corrupción y no justificarlos, pero, a pesar de estar más conscientes de la existencia de leyes, no denunciarían los actos ilícitos por temor a las represalias.
Ante la evidencia ambigua, la respuesta final es que el sexo no explica la corrupción: hombres y mujeres pueden ser igualmente corruptos; la respuesta estaría en el contexto institucional, las prácticas culturales y en el nivel de democracia.
En este contexto, mientras conmemoramos el Día Internacional de la Mujer, es necesario no caer en la romantización de la supuesta superioridad ética y moral de las mujeres.
En lugar de enfocarnos en diferencias biológicas o estereotipos preconcebidos, debemos trabajar hacia la creación de un entorno institucional y cultural que fomente la transparencia y la honestidad para avanzar hacia una sociedad más justa y equitativa para todos.