¿Qué hay detrás de la campaña contra el aborto?
Pablo Cuvi es escritor, editor, sociólogo y periodista. Ha publicado numerosos libros sobre historia, política, arte, viajes, literatura y otros temas.
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La noticia es espeluznante: en El Salvador, pequeño país dolarizado y presidido por un demagogo autoritario, un juez ha condenado a 30 años de prisión a una mujer que sufrió un aborto involuntario.
Semejante crueldad la redondea Tucker Carlson –anchor de Fox News y vocero de Donald Trump y la ultraderecha– quien plantea que la defensa del derecho al aborto consagrado en la Constitución de Estados Unidos es un intento de la izquierda por destruir la Cristiandad. Ni más ni menos.
Perdón, hay más: esta lucha de las mujeres sería un producto del odio. Aquí, Carlson recurre a la misma inversión perversa que han utilizado tiranos y populistas de toda laya que supuestamente encarnan el bien y el destino de la nación. Por tanto, se ven obligados a perseguir o eliminar a los otros, a esos 'odiadores' que quieren destruir la patria, la familia y la religión.
En una sociedad liberal, con un Estado laico y respetuoso de los derechos de sus ciudadanos y, sobre todo, de sus ciudadanas, el aborto debería ser tratado como un problema de salud pública, planificación familiar y de derechos individuales.
¿Por qué entonces su despenalización adquiere la dimensión de un combate épico, donde las fuerzas del 'bien' criminalizan el tema e intentan restringir al máximo las causales y las semanas de embarazo?
Peor aún en Estados Unidos, donde los republicanos quieren revertir derechos que fueron legalizados hace décadas.
No es que al Trump de "Grab them by the pussy" le importe que las mujeres aborten el rato que quieran. De lo que se trata es de enarbolar banderas que movilizan a las fuerzas más retardatarias y conservadoras, demonizando al otro, al liberal, al progresista.
Como lo mostraron los asaltantes del Congreso, azuzados por el mismo Trump, el objetivo es doblegar la democracia liberal encabezada por Joe Biden, quien, no obstante ser católico practicante, defiende el derecho de las mujeres a tomar sus propias decisiones.
Eso mientras los racistas, los golpistas y los antivacunas (otro asunto de salud pública convertido en bandera de fanáticos) arremeten contra leyes e instituciones.
En el caso ecuatoriano, Lasso nunca ocultó su oposición al aborto. Lo grave es que en ese casillero de la derecha se encuentran también Correa, Nebot, Hervas (según lo denunció un copartidario) y, por supuesto, las iglesias de la Cristiandad que defiende Carlson.
Pero las fuerzas progresistas y democráticas no han perdido la batalla: el año pasado, la Corte Suprema de México despenalizó el aborto; y en este febrero, Colombia fijó el límite en 24 semanas de embarazo.
Ahora, el presidente de Canadá, Justin Trudeau, ofrece los servicios médicos de su país para las mujeres de Estados Unidos que se vean impedidas de abortar.
Y la experta en salud sexual y reproductiva, Joanna Erdman, mirando la experiencia canadiense, concluye que "al contrario de lo que se pueda pensar, la total despenalización del aborto no incrementa su número, sino que lo reduce".