Efecto Mariposa
Desintoxicación digital para sobrevivir
Profesora e Investigadora del Departamento de Economía Cuantitativa de la Escuela Politécnica Nacional EPN. Doctora en Economía. Investiga sobre temas relacionados con pobreza y desigualdad.
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¿Cuántas horas podría permanecer alejado de su celular, tableta o computador? Una, dos, tres, veinticuatro o ni un minuto.
Si la sola idea de pensar en separarse de su teléfono le produjo angustia, es probable que usted ya esté convencido de que para existir necesita estar conectado.
En algunos casos, casi sin darnos cuenta, podemos entrar en esa dinámica, deslumbrados por las indiscutibles ventajas de la tecnología. Pero, en otros, el trabajo nos obliga a estar conectados todo el tiempo, incluso cuando estamos dormidos.
Si bien estar siempre en línea y al tanto de las últimas novedades nos puede causar satisfacción (lo sabemos todo de todos), el exceso de información e interacciones a través de dispositivos electrónicos nos puede dejar abrumados, no solo a nivel laboral, sino también en la vida privada.
Cuando, por el uso desmesurado y continuo de la tecnología, se produce una sensación de hastío, esta se puede acumular y provocar lo que se conoce como tecnoestrés, que es el estrés derivado por el uso de dispositivos digitales.
El tecnoestrés produce efectos negativos tanto a nivel físico como mental, debido a la influencia directa o indirecta de la tecnología. Esta condición se manifiesta con ansiedad, depresión, baja productividad, problemas de concentración, irritabilidad, conflictos en las relaciones interpersonales, ira, frustración y falta de sueño.
A nivel físico, se puede manifestar con fatiga visual u obesidad.
Así como creamos el tecnoestrés, también inventamos su antídoto: la desintoxicación digital.
La expresión (en inglés) fue acuñada en 2010. También se usan términos como desconexión, abstinencia, descanso, tiempo de espera digital.
La desintoxicación digital se usa para referirse al periodo voluntario en el que una persona no usa dispositivos electrónicos, con el fin de reducir el estrés asociado con el uso de estos y conectarse más con el mundo real.
Algunos especialistas también incluyen en el término a las pausas en el uso de las aplicaciones (redes sociales, compras, bancos, WhatsApp).
Pese a que se vende la desconexión digital como el remedio para el tecnoestrés, las investigaciones realizadas hasta el momento, no la colocan como la cura definitiva, pues no se observa que las personas que hicieron un receso tecnológico hayan mejorado su desempeño en actividades físicas.
Sin embargo, sí se reportan menores niveles de ansiedad y depresión, y un consecuente aumento del nivel de satisfacción con la vida.
Asimismo, quienes se acogieron voluntariamente al proceso de desconexión digital experimentaron un mejoramiento significativo en la calidad del sueño.
Por otro lado, mantenernos alejados de los dispositivos electrónicos hace que dejemos de procrastinar, ese hábito de postergar lo que debemos hacer ya, y esto, automáticamente, nos hace más productivos.
Como era esperado, quienes se separaron por periodos de los dispositivos electrónicos mejoraron sus relaciones de la vida real y se sintieron menos solos.
Por último, quienes se sometieron al proceso de desconexión tecnológica disminuyeron el FOMO, acrónimo para la expresión en inglés Fear of missing out, que se traduce como el “miedo a perderse algo”, y que es un síndrome que se caracteriza por la ansiedad que provoca no estar conectado o actualizado con lo que sucede en las redes sociales.
La desintoxicación digital podría no ser vista como la cura para liberarse del tecnoestrés, más bien se podría acudir a esta estrategia antes de experimentarlo y como una manera de prevenirlo.
Desintoxicarse en estos tiempos de conexión de 24 horas los 7 días de la semana, no es solo un acto de rebeldía con un sistema que nos despoja de la ilusión de que somos dueños de nuestro tiempo y de que hacemos con este lo que queremos, sino que es un acto de amor propio, de autocuidado.
Es imposible tener un poco de paz si estamos conectados siempre y todo el tiempo. La desintoxicación digital se vuelve imprescindible para sobrevivir en el país, sobre todo, en estos días que han sido de horror.