Economía y Desarrollo
La desigualdad en América Latina
Doctor en Economía, máster en Economía del Desarrollo y en Política Pública. Director general académico de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.
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América Latina es la región más desigual del planeta. Por este motivo, la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPAL), la establece como el centro de discusión para el desarrollo. En el reporte “la ineficiencia de la desigualdad” (CEPAL, 2018) se argumenta que reducir la desigualdad permite el cierre de brechas estructurales, para converger hacia sectores de mayor productividad y así fomentar la sostenibilidad económica y ambiental.
Es así que la desigualdad se reproduce por una estructura económica con heterogeneidad de productividad y por relaciones sociales que mantienen una cultura de privilegios hacia determinados grupos, discriminando por condición económica, género, etnia, y territorio, y que generan desigualdades de empleo, ingresos, acceso a recursos, educación, salud, en otras dimensiones (CEPAL, 2018).
En el “Panorama Social de América Latina” 2019, publicado hace pocos días por la CEPAL, se establece, en base a evidencia de datos, la reducción de la desigualdad lograda durante el siglo XXI en la región, y la vincula a la implementación de políticas públicas centradas en la lucha contra la pobreza, la ampliación de servicios públicos y el fortalecimiento de los sistemas de protección social.
Sin embargo, al complementar la información de encuestas de hogares con datos tributarios, se observa que la desigualdad en la región es mayor a la que normalmente se considera; y por ende la reducción lograda es menor a la que se estimaba.
Por ejemplo, en el caso de Chile el coeficiente de Gini en 2017 aumenta de 0,45 a 0,58; y la reducción calculada entre 2000 y 2015 que se estimaba en 0,06 unidades se reduce a apenas 0,01 unidades. Es así que para dimensionar la profundidad de la desigualdad se vuelve indispensable la transparencia tributaria.
Se estima que la población de “estrato medio” (o “clase media”) aumentó del 26,9% en 2002 al 41,1% en 2017. Sin embargo, más de la mitad se concentra en situación de vulnerabilidad (“estrato medio bajo”), por lo que ante la pérdida de empleo y el deterioro de los servicios públicos y de protección social, ya sea por un entorno económico de recesión o por políticas de “ajuste” deliberadas, corre el riesgo de sufrir un nuevo proceso de empobrecimiento.
La CEPAL muestra además que, si bien la región ha reducido la desigualdad, entre los años 2014 y 2018, en Argentina, Brasil, Ecuador y Honduras la desigualdad ha aumentado. En los cuatro casos el ingreso del 10% más pobre se ha reducido, mientras que el ingreso del 10% más rico ha aumentado. En los casos de Ecuador y Brasil se observa que el ingreso del 50% y del 80% más pobre respectivamente se ha reducido en este periodo.
La desigualdad es la causa estructural de la pobreza y el subdesarrollo, no sólo en términos de bienestar sino también de eficiencia económica. Por esto los esfuerzos de la política económica deben centrarse en la búsqueda de igualdad de oportunidades, que todas las personas puedan participar de los procesos económicos, y que la riqueza se distribuya equitativamente.