Economía y Desarrollo
Desencanto frente a la política y caos institucional
Doctor en Economía, máster en Economía del Desarrollo y en Política Pública. Director general académico de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.
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Daron Acemoglu y James Robinson, en su libro 'Por qué Fracasan los Países', plantean que el factor de éxito de una nación se da por las características de sus instituciones económicas y políticas.
Los autores presentan evidencia de que los países 'pobres' son aquellos en donde las instituciones económicas generan desigualdades y excluyen a la mayor parte de la población, lo que se refuerza por instituciones políticas en las que el poder es ejercido por personajes autoritarios en busca de sus intereses personales y al servicio de grupos económicos.
En Ecuador, además de los indicadores económicos y sociales que muestran un marcado deterioro de la calidad de vida, se conoce que cerca del 83% de la población percibe la situación actual del país como 'mala'.
Cifra que se relaciona con que el 85% no confía en la Asamblea Nacional, el 85% no confía en los jueces, el 81% no confía en el Gobierno Nacional, y el 76% no confía en el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS).
Cómo confiar en las instituciones si la Asamblea Nacional aprueba Leyes sin haber leído su contenido (caso de la Ley del Adulto Mayor en la que se derogaron leyes económicas) y es incapaz de lograr que sesionen dos de sus comisiones; el debate político se limita a los casos de corrupción y abuso de poder de 'Arroz Verde' e 'INA papers' mientras se negocia el retorno de Odebrecht al país.
Los consejeros del CPCCS transitorio después de haber destituido a todas las autoridades de control ahora dicen que esta institución debe desaparecer y que nadie puede revisar lo actuado por ellos, y el Secretario Anticorrupción del Gobierno Nacional reconoce haber usado un helicóptero público para viaje personal con su familia.
Con el caos institucional ganan los grupos económicos que influencian el poder público para ampliar sus ganancias, y los funcionarios que usan el poder adquirido (temporalmente) para su beneficio personal, creando círculos viciosos que nos condenan al subdesarrollo al tiempo que la ciudadanía pierde cada vez más interés en la política.
Ante esta realidad es urgente el fortalecimiento de la organización social autónoma y la renovación de los partidos políticos, para construir y promover la convergencia hacia una propuesta de país que supere la crisis económica e institucional, generando inclusión económica, redistribución de la riqueza e instituciones sólidas y transparentes al servicios del bien común.