Análisis Económico
Descentralización
Director general de Perspectiva, consultora de asuntos económicos y empresariales. Docente de posgrado en macroeconomía y políticas públicas. Realiza análisis coyunturales del Ecuador para The Economist Intelligence Unit (EIU).
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Continúo con mis planteamientos para lograr un gasto público eficiente y que en verdad ayude a superar la pobreza.
Anteriormente, sugerí dos principios: subsidios directos y libertad de elección. Que el gasto público llegue directamente a quien lo necesita para acceder a los servicios de educación, salud y vivienda que ellos elijan.
Por ejemplo, un bono de vivienda para empezar a construir su casa propia o sumar al pago inicial. De hecho, es una opción que ya ha sido aplicada antes en Ecuador y debería refinarse para su implementación.
Como se habrá notado, estos principios plantean una nueva visión de la administración pública. Abandonar el centralismo y la planificación central para ir hacia una verdadera descentralización. Es decir, un redimensionamiento del Gobierno Central y un fortalecimiento de los seccionales. Un cambio rotundo en la ejecución del gasto público.
Para esto es necesario un cambio de mentalidad y de paradigmas sobre la presencia del Estado en cada aspecto de nuestras vidas. Es más bien todo lo contrario de lo actual. El Estado no tiene por qué asumir directa ni prioritariamente funciones en los sectores sociales, en tanto y en cuanto la política económica facilite la participación y desarrollo del sector privado en estas áreas.
El punto de partida es la descentralización al máximo de los gestores de los programas sociales. No a medias, sino al máximo, hasta el nivel municipal. Esto no solo ayudaría a identificar más rápidamente errores e ineficiencias en el gasto público, también reduciría significativamente el costo de solucionarlos.
Además, sería más sencillo aplicar los subsidios directos. A nivel municipal sería mucho más fácil y rápido, de lo que sería a nivel nacional, identificar a aquellos que verdaderamente requieren ayuda pública. Este alto grado de autonomía administrativa se tendría que compensar a través de contrapesos financieros y controles normativos por parte de las autoridades en el nivel regional o nacional.
La reciente experiencia del Covid-19 nos da un vistazo rápido de cómo podría funcionar esta descentralización.
En Guayaquil y Quito, por ejemplo, las autoridades desarrollaron e implementaron centros de atención primaria de emergencia para los contagiados y con síntomas leves de coronavirus. Mientras que los casos graves eran derivados a los hospitales públicos designados para este fin.
Es básicamente atención primaria en salud a nivel municipal, y especializada a nivel nacional. Todo siguiendo los protocolos y lineamientos mínimos definidos por el Gobierno Central. Lo acabamos de hacer, sí es posible.
La descentralización tiene varios formatos que deberían ser analizados para adoptar alguno en Ecuador lo más pronto posible. Llámese descentralización, autonomía, federalismo o como fuere, lo cierto es que son sistemas de administración pública mucho más eficientes y menos intrusivos por parte del Estado.
Es hora de una verdadera descentralización. El fracaso del centralismo está claro en el mundo.