Punto de fuga
Son (¿somos?) todos narcos
Periodista desde 1994, especializada en ciudad, cultura y arte. Columnista de opinión desde 2007. Tiene una maestría en Historia por la Universidad Andina Simón Bolívar. Autora y editora de libros.
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Aquí, con la novedad de que como reza la canción 'Sr. Cobranza' de la Bersuit Vergarabat (pueden escucharla en YouTube) no solo que son todos narcos, al parecer todos lo somos. Como leen, existe la bien fundada posibilidad de que todos, de una u otra forma, estemos involucrados con el narco.
¿Creen que exagero? Aquí les va una lista brevísima —para que lean flash antes de que les corten la luz— de las varias maneras en que colaboramos por acción u omisión. Y sin que se nos mueva un músculo de la cara. Bien campantes, como si no fuera con nosotros.
Entre los colaboradores clásicos del narcotráfico están los que venden casas, departamentos, terrenos, galpones, haciendas, y cualquier otro bien inmueble, a gente que a todas luces anda en algo chueco, que paga en efectivo sumas enormes, que aparece de la nada y se esfuma inmediatamente.
Pero mientras les paguen, agenciosos —y angurrientos— como son, los vendedores colaboracionistas no ven, no escuchan, no dicen nada. Cada uno sigue con su vida de persona supuestamente respetable. Sencillo.
Otros se involucran de formas más temerarias. Es el caso de las mulas de efectivo, figura que descubrí hace poco en una entrevista a Roberto Andrade, quien fue director de la UAFE, Unidad de Análisis Financiero y Económico.
Estas personas son las que más fácilmente puede detectar el sistema financiero, y se supone que la justicia también. Los bancos entrenan a su personal para que cualquier persona que haga depósitos y movimientos no correspondientes a su perfil financiero sea inmediatamente observada con detenimiento para encontrar posibles ilegalidades.
Miren a su alrededor, ¿cuántas mulas de efectivo ven? Capaz todos esos amigos o conocidos, cuyo tren de gastos (ropa, carros, viajes, lujos…) es incompatible con su actividad, estén ejerciendo sus dotes équidas.
No necesitábamos ni las declaraciones del embajador estadounidense ni el caso Metástasis para tener la certeza de que porcentajes alarmantes del Estado y del empresariado están cooptados por las mafias, las del narco y todos sus delitos asociados: trata de personas, tráfico de armas, minería y extracción maderera ilegales, etc.
¿Sí saben que el Estado y el empresariado somos nosotros, cierto? No son extraterrestres, somos nosotros; salen de las entrañas de nuestra sociedad todas esas personas que se hacen de la vista gorda o se asocian para delinquir. Con una sola meta en la vida: hacer siempre más plata; con un solo dios verdadero: la plata.
Pero si usted no es ni funcionario ni empresario, no crea que se salva, usted también está colaborando con el narco y sus sucedáneos. ¿Cómo? Cuando presta sus servicios de contador/a para hacer dobles contabilidades; o si usa sus amplios conocimientos en computación y programación para ayudar a generar facturación falsa o vulnerar sistemas informáticos para burlar la ley. Sí, usted.
También usted, que trabaja como abogado y presta su firma para constituir empresas de papel; o usted, que es funcionario/a en una entidad de control y ve pasar por delante de su nariz decenas, centenares, de esas empresas de papel y hace mutis. Con que le pasen su cualquier cosa, para las colas, todos tranquilos.
Y así, ad infinitum… Ya ven que no estaba exagerando.