Con Criterio Liberal
El Delirio Americano
Luis Espinosa Goded es profesor de economía. De ideas liberales, con vocación por enseñar y conocer.
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'Delirio americano' de Carlos Granés (Taurus, 2022, 704 páginas) es un libro imponente e improbable que se hace imprescindible.
Imponente por toda la erudición que despliega para relatar la historia cultural y política de América Latina de los últimos 150 años.
Improbable, pues la mera existencia del libro es una refutación de la tesis del libro, que se basa en señalar el ominoso papel que han jugado los intelectuales, los escritores y los artistas en América Latina, enarbolando teorías que defendían, justificaban y hasta participaban de la violencia política, haciendo ellos mismos imposible una convivencia democrática normalizada, para luego lamentarse en el victimismo del supuesto sino del continente.
E imprescindible, pues estos tres ensayos nos permiten comprender muchísimo mejor la situación de América Latina, el origen del populismo y sus problemas identitarios, que han ido siempre de una utopía a la contraria, del comunismo al fascismo, pasando por el autoritarismo y el indigenismo, pero sin aterrizar nunca en la realidad.
Dice Granés que de todos los 'ismos' que se han propuesto, y por los que se ha muerto y matado en América Latina, sobreviven el indigenismo y el victimismo, que es el 'ismo' por antonomasia también en occidente hoy en día.
Y queda América Latina como ese continente exótico, condenado eternamente a ser la idealización idílica de una visión totalitaria, en este caso el victimismo tan de moda en la academia gringa y europea, pero sin una visión de futuro ni un reconocimiento de su pluralidad y complejidad, de la convivencia y las dificultades de cualquier desarrollo.
En este libro quedan perfectamente retratados a quienes yo llamé Los nerones, esos 'intelectuales' latinoamericanos que, con sus obsesiones romantizadas, exaltan la enésima revolución, que no lleva a más que a la rotación permanente del continente, que da vueltas sobre sí mismo en un ombliguismo paralizante.
En este caso era del movimiento indígena, pero en el repaso a la historia de las vanguardias latinoamericanas, queda demostrado que no hay nada de original en ellas, que simplemente repiten las mismas consignas de hace más de un siglo, pero ya sin convicción y sin gracia, ni siquiera son tan disruptivas ni performativas como lo fueron décadas ha.
Termina el libro con un leve hálito de esperanza, que sitúa en el surgimiento de Bolaño y en un no corto listado de autores, entre los que cita a los ecuatorianos Ojeda y Valencia.
No se puede negar la importancia de la cultura para la configuración de una sociedad, pero por desgracia, en América Latina, también es innegable la responsabilidad de los de la cultura para explicar la inviabilidad de la convivencia democrática en el continente, y eso demuestra Granés en esta mágnum opus, que termina con un llamado que hago mío:
"De manera que ni arielismo, ni indigenismo, ni nuestroamericanismo, ni peronismo, ni priismo, ni castrismo ni guevarismo, porque ninguna de estas mitologías, a pesar de sus buenas intenciones y de sus sueños salvadores, cohesionó las sociedades ni las hizo prosperar. Quizá la antropofagia sea una mejor guía: un liberalismo no redentor, cosmopolita e impuro, que fomente liderazgos plurales".