Columnista Invitado
Daniel Noboa: El implacable
Luis Alberto Elizalde Yulee, es arquitecto, cocinero y escritor.
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Room service con servicio a la carta de madrugada, fue el allanamiento al hogar del hijo de la vicepresidenta constitucional de la República por, supuestamente, realizar cabildeo para obtener nombramientos en las empresas públicas y cobrar por eso, algo así como un Hernán Luque en chiquito. Le cayó al gobierno como anillo al dedo, pero también dejó ver el cobre.
Se intuye que la celada estaba preparada de antemano para el ingenuo cabildero que aspiraba a tomar algo del mezquino goteo que cae en migajas desde la lejanía de Tel Aviv y Jerusalén, ignoto como demostró ser, del oficio de coimear. Poco queso para tanta hambre, pero nos da una idea de la congeladora que inmoviliza a su madre y lo poco que recibe.
Pero también dejó ver un aspecto del carácter del joven presidente: la implacabilidad con sus adversarios.
El trato dado por las autoridades policiales y fiscales a Francisco Sebastián Barreiro Abad, quizás hubiera sido menos implacable y mediático si el sujeto que diezmaba a un funcionario por un empleo en la Vicepresidencia, era un fulano cualquiera o un político de prestigio.
En este caso, todo el aparato judicial y el Ministerio de Gobierno funcionaron al unísono: la Fiscalía con su veloz acusación del caso 'Nene' (innecesaria y provocativa humillación) junto a la fuerza policial que facilitó el allanamiento y la jueza que aceptó la solicitud de prisión preventiva ordenando recluirlo en la penitenciaria de La Roca (llamado Centro de Privación de Libertad para que suene menos castigador), una cárcel de máxima seguridad donde solo deberían estar los reos mas peligrosos y contumaces, como Fito y otros gran cacao del delito.
Al fin y al cabo, el presunto delincuente es hijo de Verónica Abad, madre y vicepresidenta de la República del Ecuador, y, se asume que la familia es sagrada…
Hay un capital pecado que todo gobernante debería evitar: la soberbia.
Lo que no parece gran cosa ahora, pasará tarde o temprano en la hora de las vacas flacas una costosa factura.
Pero así es la política ecuatoriana y Daniel Noboa aprende rápido: al enemigo ni agua y el poder está para ejercerlo.
Lo sucedido también nos revela la sintonía política que existe entre la Fiscalía y el gobierno. El ritmo y el timing entre los dos está en total sincronía con sus intereses y propósitos.
Pero cuidado, porque, aunque es entendible que Diana Salazar requiera de destrezas políticas para mejorar su capacidad de sobrevivencia y pueda realizar con eficacia su trabajo congeniando con el Poder Ejecutivo, es menester sin embargo que mantenga, aunque sea en apariencia, imparcialidad a la hora de decidir poner en la palestra un caso oportuno por sobre otro importante, mientras otros expedientes con renombres de expresidentes reposan bajo el arrumo.
Actuando de esta manera, se banaliza y politiza la lucha contra la corrupción, conducta similar a la de anteriores gobiernos que perdieron credibilidad frente a esta cruzada.
Lo bueno: se siente que hay capitán al mando del barco, algo que el anterior ocupante de Carondelet no logró.
Lo malo: todavía no sabemos a dónde nos lleva el capitán…
Y a poner atención a su carácter.