¿Qué va a hacer Daniel Noboa con Leonidas Iza?
Pablo Cuvi es escritor, editor, sociólogo y periodista. Ha publicado numerosos libros sobre historia, política, arte, viajes, literatura y otros temas.
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Son tantos los problemas que debe enfrentar el joven e inexperto presidente que da la impresión que, al igual que otros mandatarios, no prestará atención al problema más antiguo del país hasta que sea demasiado tarde.
Me refiero a la situación de los pueblos indígenas, en especial de la Sierra, que presentan los índices socioeconómicos más bajos del Ecuador, pero que han logrado organizarse y expresarse en el único movimiento capaz de generar levantamientos que paralizan y desestabilizan al país, tanto así que desde el año 2000 tumbaron a un presidente, Mahuad, y pusieron de rodillas a otros dos, Moreno y Lasso.
Si a Moreno le salvó la pandemia y la proximidad de unas elecciones que Correa creía que ganaría, Lasso, por intermedio de su ministro Jiménez, les ofreció todo lo que exigieron, y les cumplió muy poco, de suerte que el pliego de peticiones para el próximo levantamiento está listo desde entonces.
Lo que impresiona es la ceguera, o displicencia, o torpeza, o racismo, o todo eso junto, de los diversos gobiernos para llevar adelante una política seria de desarrollo de ese sector, algo parecido a las reformas agrarias que se efectuaron el siglo pasado.
Una anécdota ilustra esa actitud: en enero del 2000, el movimiento indígena anunció su marcha hacia Quito. Además de sus demandas propias, la consigna que los juntaba con otras agrupaciones de la izquierda política, era oponerse a la dolarización que acababa de decretar Mahuad.
Por casualidad, ese fin de semana me topé en una fiesta con uno de los superministros que había nombrado Mahuad para ahorrarse el fastidio de gobernar.
–¿Qué haces aquí? Deberías estar en Riobamba, negociando con los indígenas para que no vengan a Quito –le dije, mitad en serio, mitad vacilada.
–No te preocupes, todo está bajo control – respondió apurando su whisky.
Pocos días después, en alianza con los militares de Lucio, los indígenas les echaron de Carondelet.
Luego, con la votación masiva de indios y campesinos, un economista autoritario ascendió el poder y se dedicó a dividirlos, perseguirlos, a denigrar a los "ponchos dorados" y darles bala en el Oriente. Así logró que en sus diez años de gobierno no se produjera ninguna marcha sobre Quito.
En 2019, con el liderazgo de Jaime Vargas y Leonidas Iza y en alianza con el correísmo, el movimiento indígena estuvo a punto de derrocar al débil gobierno de Lenin Moreno mediante la incendiaria ocupación de Quito.
Ese levantamiento se saldó con la humillación del Gobierno en las negociaciones, aunque Lenin se sacaría una espina subiendo la gasolina durante la pandemia y vanagloriándose de ello. La factura no tardaría en llegar.
Otra vez aliado con el correísmo, Iza dirigió en junio de 2022 un nuevo levantamiento cuya consigna clave fue exigir la rebaja de los combustibles subsidiados, a pesar de que se demostró que esos subsidios favorecen sobre todo a las clases pudientes, al contrabando y al narco.
Esta segunda toma de Quito desnudó la incapacidad política del Gobierno que de ahí en adelante marchó de tumbo en tumbo hasta la muerte cruzada.
Ahora, Noboa. Imaginen si un joven oligarca guayaquileño, que cosechó una votación mayoritaria en las provincias serranas con alta población indígena, hubiera visitado, apenas electo, puntos clave de la Sierra para agradecer a sus votantes indígenas y prometerles que gobernaría también para ellos. Y cumplirles.
Pero en lugar de ponerse el poncho, prefirió viajar dos veces a Europa a reunirse con no sé qué asociación italiana, respaldar algún acuerdo deportivo y palanquearse un almuerzo con el Rey de España.
Entre tanto, el presidente de la Conaie publicaba sus demandas con la amenaza correspondiente. ¿Por qué su apuro? Porque Iza vive del conflicto, su poder radica en la movilización y el enfrentamiento. Quieto, ayudando a resolver los problemas de las comunidades, no es nadie.
Hoy, con la elección de Churuchumbi como coordinador de la Conaie, Iza consolida su estrategia de estallido, mientras Noboa sigue nombrando ministros sin experiencia en el tejemaneje de la política y sus zonas oscuras. Como si las sonrisas juveniles bastaran para desarmar a semejantes adversarios. (Noboa debería tomar nota de lo que le pasó al joven Boric y su equipo de milénicos).
Tampoco el pacto pegado con babas para el reparto de la Asamblea le protegerá de otro rival enloquecido por el poder, Rafael Correa, cuya agenda no ha variado un milímetro pues la fiscal y la Contraloría, así como el CPCCS, el control de la Judicatura y las mieles de Carondelet siguen en su mira.
De yapa, tiene Noboa una vicepresidenta de extrema derecha con fieras ansias de figurar, por decir lo menos. Si se juntan esas amenazas, que Dios nos coja confesados.