Tablilla de cera
Noboa en su laberinto: intereses personales, desmentidos, autoritarismo
Escritor, periodista y editor; académico de la Lengua y de la Historia; politico y profesor universitario. Fue vicealcalde de Quito y embajador en Colombia.
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¿Es Daniel Noboa la solución para los problemas de seguridad? ¿Está de verdad generando empleo? ¿Es una barrera contra el correísmo?
Aunque desearía que a Noboa le vaya lo mejor posible para bien de Ecuador, me temo que no está muy acertado en sus políticas, que dispone de un equipo bastante flojo (salvo ciertas excepciones) y está mostrando algunas tendencias preocupantes.
Son tres las cosas que más inquietan: la mixtura de sus intereses personales con los intereses públicos; su prepotencia, que incluso le lleva a decir falsedades, y su autoritarismo.
Aunque habría que hacer un inventario de esas tendencias, resulta que en esta misma semana tenemos muestras de ellas.
En un extrañísimo comunicado de este martes, más notorio porque casi nunca los publica, Noboa nos contó que ha luchado cinco años por proteger a su familia de la justicia, que dizque estaba sesgada en su contra, una especie de lawfare del que no hemos sabido, y mucho menos hemos conocido que aquello haya estado “auspiciado por líderes políticos que hoy están en la cárcel”.
¿Se refiere al control del partido Socialcristiano de la justicia a través de Pablo Muentes? ¿Eran ellos los que estaban en contra de Noboa, sus empresas o su familia? Debería aportar pruebas, ya que es una fuerte acusación velada y que interesa al país.
Pero lo que viene a continuación, en aquel insólito comunicado, es peor: “en la máxima desesperación, contratistas cuestionados por el Estado, entre ellos la mafia de los seguros, han querido usar a mi hija como moneda de cambio por impunidad, mientras la familia Noboa Valbonesi está de luto”.
La mención de los seguros es una referencia a su antigua familia política, los Goldbaum, pero que mencione a su propia hija en esta refriega, iniciada con su divorcio, y lo mezcle con temas del Estado es realmente preocupante.
¿Alguien sabe de lo que está hablando? Tal vez unos pocos, pero aquel comunicado es una chanfaina, un champús entre intereses privados y asuntos de Estado.
La segunda cosa que preocupa es su prepotencia, en especial respecto del pasado. Él no conoce ese pasado o se hace el que no lo conoce, y lo desprecia.
Y para dizque diferenciarse del pasado, del “viejo Ecuador”, dice falsedades. Este lunes, sin ir más lejos, al entregar 17 nuevas ambulancias, dijo que desde hace diez años no se había hecho ningún proceso para adquirir ambulancias.
Los desmentidos llegaron de inmediato: aquello es falso. Justo las que estaba entregando son producto de un proceso de compra del Gobierno de Guillermo Lasso, firmado en octubre de 2022, por 186 ambulancias, a un costo de USD 26,4 millones. De estas se entregaron 25 en octubre de 2023 (en el Gobierno del propio Lasso), otras 10 en abril de 2024 (ya en el de Noboa), las 17 del lunes 24 de junio, y el resto se irá entregando según un cronograma acordado con la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos.
La tercera cosa que preocupa es su intolerancia. El más reciente ejemplo es la cancelación este martes de la visa a la comunicadora y activista cubana Alondra Santiago. Cierto es que ella ha sido una mosca en la oreja de los tres últimos gobiernos y su encendido correísmo nos molesta a todos, y cierto es también que a muchos irritó su parodia del himno nacional, pero suspenderle la visa, que la tenía porque su madre es ecuatoriana por naturalización, es un atentado a la libertad de expresión.
(Como dice un amigo: “El que sea pesada como un plomo y tan desentonada, no justifica la revocatoria de la visa”).
Dicen que ha atentado contra la seguridad del Estado, pero faltaría demostrarlo. Nadie realiza un atentado por expresar una opinión, por ridícula o estridente que sea.
Argumentan en los chats que una extranjera no puede alborotar, desestabilizar e irrespetar a las autoridades y símbolos del país que la acoge. Pues sí, en Ecuador sí lo puede: la Constitución ecuatoriana garantiza los mismos derechos a los extranjeros que a los nacionales.
La manera de combatir a este personajillo es con argumentos, porque la señora no es que haya tomado las armas o se encuentre en un complot para botar al Gobierno. Todo lo ha hecho con su boca, por envenenada que sea; con sus ideas, por equivocadas que sean; con su ukelele, por feo que suene. Quitarle la visa y darle cinco días para que abandone el país no corresponde a una política de respeto a los derechos humanos.
Los que ciertamente no pueden protestar por este desaguisado son Correa y sus partidarios: otro autoritario, Correa quitó la visa a Manuela Picq y, en otra ocasión, al activista ambiental Oliver Utne. Y los que protestamos entonces por aquellos abusos, debemos ser coherentes y protestar también por el actual.
(Por cierto, ya hubo una muestra anterior de irrespeto a la libertad de expresión de este Gobierno: la intimidación para que se cancele el programa de televisión Los Irreverentes).
Ahora que se avecinan las elecciones (en menos de dos meses tendremos candidatos), el Gobierno busca broncas para posicionar a la Asamblea Nacional como su antagonista, como anotaba Santiago Basabe en su columna este lunes.
Los portavoces del oficialismo, la jefe de bloque de ADN, la asambleísta Centeno, y el viceministro Torres, se han inventado que la asamblea quiere destituir al presidente declarándolo loco. Yo no he visto que haya tal intento, y está patente que es una estrategia política del Gobierno que alienta la polarización para desacreditar aún más a la Asamblea Nacional.
Por cierto, que Noboa esté —si es que está—, dentro del espectro autista, no quiere decir que esté loco. Para nada. Solo habla de algún tema de personalidad, como, por ejemplo, una falta de capacidad de escucha, una dificultad de empatía, una falla de la inteligencia emocional para captar el contexto, para comprender los sentimientos de las personas con las que habla.
Pero la Asociación Americana de Psiquiatría emitió hace ya décadas la regla Goldwater, llamada así porque hubo profesionales que dijeron que el senador Barry Goldwater estaba loco y no tenía capacidad para ser presidente de EE. UU., por lo que, luego de estudiar el tema, dispuso que ningún profesional puede opinar sobre la salud mental de alguien sin haberlo examinado personalmente.
Deberíamos regirnos por una regla parecida. A Noboa no hay que criticarle por su personalidad, sino porque Ecuador espera mucho más de él: separación tajante de lo personal y lo público, primacía de los intereses colectivos, verdad en lo que habla y respeto a los derechos humanos.