El Chef de la Política
Daniel Noboa: 100 días gobernando sin oposición
Politólogo, investigador de FLACSO Ecuador, analista político y Director de la Asociación Ecuatoriana de Ciencia Política (Aecip).
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Juzgar el gobierno de Daniel Noboa tras cien días en el cargo luce descontextualizado. Primero, porque ese lapso marca un punto de evaluación para los gobiernos que han sido elegidos para cumplir períodos completos. No es el caso. Tampoco es útil dicho corte temporal para valorar los acuerdos políticos que propiciaron la sucesión presidencial anticipada pues, como se ha visto en muy pocos casos en el mundo, Noboa asumió el poder de forma temporal luego de un proceso eleccionario.
Por tanto, el hecho de haber llegado a Carondelet vía voto popular da un giro no solo a lo que se puede decir respecto a la gestión del Jefe de Estado sino también a lo que la ciudadanía espera de él en estos pocos meses que estará en funciones.
Estos dos elementos son clave pues, a diferencia de una campaña electoral “normal”, en la que los candidatos ofrecen una amplia gama de ofertas a sus electores, en el caso analizado la principal y quizás única demanda de la ciudadanía se concentraba en la seguridad.
Aunque hay otros espacios en los que existen demandas insatisfechas, como el incremento del empleo o la reducción de la corrupción, por allí no va la evaluación ciudadana respecto a Noboa. Si va a estar poco tiempo en el cargo, al menos que cumpla con la principal preocupación ciudadana, que por el momento es la inseguridad. Ese sería el razonamiento básico.
De allí que la altísima popularidad de Noboa podría ser interpretada como una respuesta positiva de la población a los términos bajo los que el gobierno ha asumido la lucha contra la delincuencia organizada.
De esa forma también resulta comprensible la aceptación popular del presidente en los niveles actuales, a pesar de que la economía no termina de despegar o de algunos traspiés de sus ministros o de él mismo. En otras palabras, mientras Noboa siga en la línea de lo que la gente ha valorado como lo correcto en el manejo de la seguridad, difícilmente habrá otro tema que pueda causar estragos al gobierno.
En esa línea, Noboa ha posicionado hábilmente como su principal opositor político a la inseguridad en sus diferentes aristas y dimensiones. De esa forma, no solo ha conseguido mantener su popularidad, sino que a la vez ha dejado sin mayor espacio de acción al resto de actores políticos. Por allí se entiende la ausencia de una oposición clara al gobierno. Si el “otro”, el que dota de sentido a la política, es ahora mismo el crimen organizado, cualquier actitud que discrepe de forma abierta con Noboa conduciría a su proponente a colocarse en ese lado de la relación.
A partir de lo dicho resulta comprensible el bajo perfil que han asumido frente a la consulta popular tanto el PSC como la RC. Apostar al NO en algunas de las preguntas es jugarse una carta demasiado costosa. Tienen mucho que perder y poco que ganar. Se abstienen.
En la orilla opuesta están Pachakutik, Unidad Popular y el Partido Socialista. El temor al riesgo de obtener un revés electoral es prácticamente 0. En cualquier caso, ganan. Poco, pero ganancia al fin.
Por lo dicho, se podría anticipar que en abril es muy probable que los sondeos de opinión pública respecto al presidente encuentren en las urnas un claro correlato. El gobierno lo asumirá de esa manera y utilizará los resultados no solo para seguir construyendo la campaña electoral de Noboa sino también para mantener el vacío existente en el debate político.
No obstante, entre el segundo trimestre del año y el día de las elecciones hay un largo trecho que el gobierno deberá recorrer. Mantener el escenario actual seguramente será la primera opción de Noboa, aunque en algún momento el estado de excepción ya no será una herramienta de gobernabilidad. Cuando aquello ocurra, la actual pasividad de la oposición podría tomar un curso distinto.
Todo dependerá, por tanto, de la evolución en el tratamiento de la inseguridad y, en menor medida, del comportamiento de las variables económicas y del curso que asuman los actuales escándalos de corrupción.
Hasta tanto, Daniel Noboa gobierna solo y sin nadie que se anime a colocarse como contradictor.