Dato y Relato
Daniel Noboa y los adultos en la habitación
Ph.D. en Economía Universidad de Boston, secretario general del FLAR y docente de la UDLA. Ex gerente general del Banco Central y exministro de finanzas de Ecuador, y alto funcionario de CAF y BID.
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Empiezo con una precisión: lo de "adultos en la habitación" no es un comentario sarcástico sobre la falta de experiencia de muchos de los miembros del gabinete ministerial del nuevo gobierno. Más adelante, quedará muy claro a qué se refiere.
Es cierto que el presidente electo Daniel Noboa ha sorprendido con el nombramiento de varios profesionales muy jóvenes en su equipo. De los 12 ministros nominados hasta el momento, ocho son de la sub 36. Además, la mayoría son mujeres.
Carteras clave, como el Ministerio de Economía y Finanzas y el de Energía, estarán en manos de Sariha Moya (35 años) y Andrea Arrobo (33 años), respectivamente. El ministerio del Ambiente estará liderado por Sade Fritschi (26 años), hasta aquí, la menor de todo el gabinete.
No debería ser motivo de sorpresa que el presidente ecuatoriano más joven de la historia se rodee en gran parte de personas de su propia generación. Hay mucha expectativa en verlos en acción.
No obstante, incluso antes de que empiece el próximo gobierno, hay voces que cuestionan la inexperiencia del nuevo equipo.
Personalmente, me parece muy importante que los jóvenes se involucren y hagan carrera en la política y la administración pública de manera técnica, cívica y transparente.
Esa era la propuesta de grandes filósofos como Max Weber, quien promovía una tecnocracia sólida, eficiente e independiente, como base del buen funcionamiento del sistema político y económico.
De lo contrario, la cosa pública podría quedarse en manos de los "viejos sabidos", que conocen cómo aprovecharse de los oscuros tejes y manejes de la administración gubernamental.
Ojalá los nuevos ministros muestren que lo pueden hacer diferente y que están preparados para enfrentar los retos gigantes que le esperan al país, y que están alejados de las viejas prácticas de corrupción.
Claro que, volviendo a la analogía futbolera de nuestra Tri, estaría más tranquilo si alguien tan joven como Kendry Páez, que tiene talento y magia, estuviera acompañado por alguien como Enner Valencia, que tiene experiencia y goles.
Para el nuevo gobierno, es fundamental dar señales tempranas de confianza en su propia capacidad para tratar con inteligencia y madurez los temas más candentes que nos esperan en los próximos meses, entre otros, la seguridad y la caja fiscal.
Es decir, los ciudadanos necesitamos saber que también hay adultos en la habitación para manejar semejantes desafíos.
Precisamente con ese título, 'Adults in the Room', la plataforma Netflix acaba de poner en su cartelera una película del director Costa-Gavras, que trata sobre la crisis económica griega en 2015.
Es un buen referente para el presidente electo y los nuevos funcionarios, en especial los del área económica, para entrenarse en el tipo de problemas que van a enfrentar después de pocas semanas.
La película presenta la versión de Yanis Varoufakis, exministro de Finanzas de Grecia de la coalición de izquierda Syriza.
El nuevo gobierno había llegado al poder con un discurso crítico a las políticas de ajuste impuestas por la llamada troika: el FMI, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea.
Entre 2009 y 2015, el país enfrentaba una profunda recesión, desempleo y descontento social.
Tras varios años de acumular graves desequilibrios fiscales, la deuda había llegado al 177% del PIB, no tenía acceso a los mercados financieros internacionales y estaba al borde una crisis bancaria.
La situación era dramática e insostenible, y el riesgo de salir de la Unión Europea y abandonar el euro parecía inminente.
El país dependía del rescate financiero de la troika, que imponía un programa de ajuste con medidas penosas e impopulares, acordadas por los gobiernos anteriores.
La película presenta una visión vibrante, aunque parcializada, en la que Varoufakis es un héroe que enfrenta a los villanos de Europa y de los organismos financieros internacionales.
Critica la arrogancia e intransigencia de dichos organismos para imponer programas de austeridad que, según él, ahondan un círculo vicioso: recortan gastos, aumentan impuestos, pero la economía cae, se reducen los ingresos, sube el déficit, aumenta la deuda y el pago de intereses, lo que deteriora aún más el déficit fiscal.
Y así, sucesivamente. El resultado: más recesión, desempleo y pobreza.
Como alternativa, propone reestructurar la deuda, bajar impuestos para promover la inversión, el crecimiento y el empleo, con lo cual se aumentan los ingresos, se reduce el déficit, y se generan recursos para repagar la deuda en el futuro. Todos quedarían contentos.
¿Suena conocido este argumento?
En principio, parece razonable y varios gobiernos -de izquierda y de derecha- lo han intentado. Sin embargo, en general, dichas propuestas han carecido de credibilidad y consistencia, por lo que no han accedido a financiamiento, ni han podido reactivar la inversión y el crecimiento.
Cada vez que Varoufakis presentaba su plan alternativo, se topaba con el muro de la troika y el escepticismo de los mercados. Después de cada visita, la bolsa griega caía y el riesgo país subía, algo parecido a lo que le sucedió a Noboa tras su gira por Washington y Wall Street.
Mientras la población protestaba en las calles, la confrontación entre el gobierno y los organismos no parecía tener salida y la implosión de la economía griega se veía cerca.
La entonces directora gerente del FMI, Christine Lagarde, se habría quejado por la falta de "adultos en la habitación" dispuestos a llegar a acuerdos.
Grecia no tuvo otra opción que aceptar los términos -algo matizados- del plan de rescate de los organismos financieros internacionales.
Varoufakis renunció en julio de 2015 por no estar de acuerdo con el programa de ajuste, luego de haber permanecido apenas seis meses en el ministerio de Finanzas. En la película, sale como un mártir incomprendido.
Desde entonces, el exministro griego ha sido una celebridad, muy cercano a los gobiernos del socialismo del siglo XXI y de muchos economistas críticos al sistema capitalista.
Por su parte, Grecia logró evitar lo peor de la crisis financiera, no salió de la eurozona y conserva el euro.
Ocho años después de este episodio, y con la pandemia de por medio, la economía griega ha mantenido la estabilidad y el crecimiento, y ha logrado recuperar el grado de inversión y el acceso a los mercados de capital.
Pese a que el ingreso per cápita aún no recupera los niveles previos a la crisis, y que persisten problemas estructurales y alto endeudamiento, la experiencia griega posvaroufakis ha sido considerada como exitosa.
La situación de la economía ecuatoriana es muy diferente a la tragedia griega que se vivía en 2015. Sin embargo, hay algunas características en común. Una de ellas es la imposibilidad de devaluar por sus sistemas monetarios basados en el dólar y el euro, respectivamente.
Otra similitud es la crítica iliquidez de la caja fiscal y la imposibilidad de financiar los gastos públicos básicos.
Aun cuando la deuda de Ecuador es un tercio de la que tenía Grecia, tampoco tiene acceso a mercados de capital y depende del financiamiento de los organismos multilaterales.
La situación es delicada y el nuevo equipo de gobierno enfrentará tensas negociaciones y disyuntivas muy parecidas a las que Costa-Gavras presenta en su película.
Como en Grecia, en el país hay muchas prioridades que deberán ser abordadas en el corto plazo, pero las restricciones fiscales probablemente sean las más apremiantes.
Se requerirá un programa económico sostenible y creíble que viabilice el apoyo multilateral y genere confianza en los agentes económicos y los ciudadanos.
Para ello, será fundamental el rol de los "adultos en la habitación", que puedan conducir el país con responsabilidad, eficiencia y honestidad en estos momentos tan difíciles.
Por cierto, esta reflexión es válida no solo para el nuevo gobierno, sino también para la Asamblea, y otros organismos como la Corte Constitucional, así como la comunidad financiera internacional.