Matrix política
Periodismo #101 y Consultoría Política #101
Consultor Político con 20 años de experiencia en campañas electorales, comunicación de Gobierno y gestión y management de la crisis. Catedrático universitario y conferencista en varios países de América Latina y en España.
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He leído con mucha preocupación que a los medios de comunicación últimamente, y sobre todo (cuando no) en redes sociales, les han arrancado la cabeza (una forma de decir) porque les han acusado de que se han “farandulizado”, que sólo les interesa los asuntos superfluos y que prácticamente han abandonado los temas trascendentales que hacen a la vida política del país.
Sin el ánimo de defender a nadie (porque no lo necesitan, menos de mi parte) parece que la gente no tiene la menor idea de cómo funcionan los medios.
Les cuento, cada medio tiene secciones: política, económica, sociedad, deportes y sí FARÁNDULA (que además es la que más se lee, lo siento, así somos). Ahora, las notas más importantes siempre van en la portada (buen parámetro para medir la jerarquización de la información de cada medio), y luego se desagrega todo el resto en las distintas secciones. En Twitter, mis estimados, ¡ponen cada nota en un tuit y eso NO SIGNIFICA que solo cubren eso! Que tengan más interacciones habla mucho más de los lectores que del medio. ¿Parece obvio? Pues bien, ¡parece que no!
Algo similar ha sucedido con la consultoría política. Se acusa (demostrando mucho desconocimiento de lo que es la profesión) de que los consultores políticos nos dedicamos a vaciar de contenido el debate político porque, prácticamente, sólo podemos hacer Tik Toks y reels para Instagram. Igual de injusto.
Los consultores intentamos conectar políticos con ciudadanos, cosa muy compleja en la actualidad por el desprestigio de la política en general. Para eso se utilizan diferentes herramientas, mensajes, lenguajes, tonos, vocerías… ¡pensar que por unos zapatos o un tik tok la gente le cree a un político es de una inocencia que abruma! ¡La gente no es idiota, nunca lo ha sido! Para eso se hacen investigaciones cualitativas, para encontrar las respuestas más profundas de esa conexión. Los zapatos y los TikToks son, como dicen en el sur, ¡para la gilada! ¡Nunca se crean esa!
Precisamente, apelando a las investigaciones cualitativas es que fui a la fuente y charlé con una de los investigadores más decentes y exactos que trabaja en el país y le trasladé esta inquietud.
No sólo que estuvo absolutamente de acuerdo conmigo, sino que me comentó que fruto de las investigaciones cuali (grupos focales, entrevistas, cámaras hesell…) cuando se le consulta a la ciudadanía del porqué, por ejemplo, el Presidente Noboa tiene los niveles de aceptación tan altos, los ciudadanos responden dos cosas esenciales:
1.- Que es un Presidente que toma decisiones
2.- Que es un Presidente que no tiene temor de tomar esas decisiones.
Como era obvio, absolutamente nadie (o un porcentaje tan marginal que ni lo nombró) dice que apoya o acepta o respalda a Noboa porque hizo un Tik Tok, porque hizo un buen reel o porque usó un par de zapatos para su Informe a la Nación.
Las redes son una herramienta poderosa, para estar en la picota, para que la gente te recuerde en cada momento, para que la gente se divierta incluso, pero en ningún caso significa que un like, un compartido, un corazón o una interacción se convierta en un voto.
Los consultores apelamos a todas las herramientas de comunicación que están en nuestro alcance para básicamente enganchar auditorios. Auditorios hartos de informes planos, aburridos, sin recursos y que incluyen peroratas insoportables que ya nadie quiere escuchar.
Si la oposición de Noboa piensa (menospreciando absolutamente al electorado) que son los muñecos de cartón o los zapatos los que mueven al electorado, perderá elección tras elección. Bastante similar a cuando Correa ganaba elección tras elección y la oposición maldecía a los electores tildándolos de sanducheros.
Les tengo noticias. Es bastante más complejo que eso: es entender cómo conecta el líder con la gente y en ese terreno poder derrotarlo.