Contrapunto
Barenboim, músico prolífico y tremendo escritor
Periodista y melómano. Ha sido corresponsal internacional, editor de información y editor general de medios de comunicación escritos en Ecuador.
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La faceta de pianista y director de orquesta de Daniel Barenboim (Buenos Aires, 1942) es conocida en todo el mundo; como escritor un poco menos, no obstante, lo que más impresiona son sus ideas y críticas a los gobiernos totalitarios y la defensa de los valores de libertad, tanto para judíos como palestinos.
‘La música despierta el tiempo’, Editorial Acantilado 2023, no es su primer libro porque, entre obras literarias y ensayos, llega a la media docena; también ha escrito a dúo con importantes músicos como Patrice Chéreau y Edward Said.
En esta obra, Barenboim, que tiene nacionalidad argentina, española, israelí y palestina, explica que su último libro no es para músicos, sino "para espíritus curiosos que desean descubrir los paralelos entre música y vida".
Entiende a la música como "una mera colección de sonidos bellos", sin embargo, es un crítico severo cuando subraya que la música todavía suele ocupar el último lugar en nuestros pensamientos sobre la educación.
De su experiencia como director de orquesta lanza críticas al público que asiste a los conciertos.
El último sonido -enfatiza- no es el final de la música, "si la primera nota se relaciona con el silencio que la precede, la última debe relacionarse con el silencio que la sigue".
“Por eso resulta tan perturbador que el público, presa del entusiasmo, aplauda antes de que la nota final se haya desvanecido por entero”, dispara el músico que, junto con Edward Said fundó la West-Eastern Divan Orchestra, en su mayoría integrada por judíos, palestinos y españoles.
"Edward Said y yo solíamos repetirnos que los musulmanes, los judíos y los cristianos solo habían vivido en armonía una vez en la historia, durante los siete siglos en los que habían convivido en Andalucía", anota Daniel Barenboim.
El Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento y el Corán son textos de una "sabiduría infinita", siempre que los leamos desde el punto de vista "independiente e inquisitivo", insiste el director musical.
La razón más importante para crear esa orquesta fue más humanista que política, defiende el músico, cuya primera esposa fue la extraordinaria violonchelista británica Jacqueline du Pré, que murió enferma con esclerosis múltiple en 1987.
En el plano político, sus críticas son muy afiladas, especialmente cuando se trata de analizar a dos grandes músicos de los siglos XIX y XX, Richard Wagner (1813-1883) y Dmitri Shostakóvich (1906-1975), respectivamente.
Comienza por destacar todo el tabú declarado en torno a Wagner y revela que los jóvenes israelíes deseaban fervientemente tocar su música, pese a sus asociaciones negativas y a las abominables declaraciones del músico alemán sobre los judíos en un "infame panfleto" de 1850.
Y como a Daniel Barenboim no se le escapa nada, recuerda que cuando Hitler llegó al poder "se apropió de los textos de Wagner sobre el arte y los valores alemanes" y se identificó a ultranza con Rienzi, el héroe de una de sus óperas.
Destaca la discrepancia entre "la genialidad de su música" y lo despreciable de sus ideas sobre los judíos; sostiene que Wagner "es una parte esencial del rompecabezas de la historia de la música".
En una apreciación importante de su análisis destaca que Berlioz y Mendelssohn influyeron en la música de Wagner y que "sin Wagner" no hubiéramos tenido a Anton Bruckner (Richard) Strauss, Gustav Mahler, ni a Arnold Schönberg.
En tiempos de gobiernos totalitarios o autocráticos, dice Barenboim, a menudo los artistas han podido ser fieles a sí mismos, pese a convivir en condiciones restrictivas.
Esos gobiernos han abusado de sus artistas nativos, una de las víctimas más evidentes de esta explotación fue Shostakóvich, quien expresó a través de su música el carácter opresivo de la vida en la Unión Soviética, lo que se puede verificar en esta crónica de PRIMICIAS.
El libro incursiona en historias reales de jóvenes palestinos, a quienes la música les cambió la vida después de nacer y crecer en el campo de refugiados de Ramala, rodeado de muros y fronteras y "en un ambiente de odio generalizado contras los opresores israelíes".
En un próximo artículo nos aproximaremos al pensamiento de Daniel Barenboim acerca del neologismo que se conoce como muzak o música ambiental y de ascensores; la que usa el marketing, por ejemplo, cuando promociona inodoros con el fondo musical del Réquiem de Mozart.