Economía y Desarrollo
Para cumplir los ODS hace falta un nuevo orden financiero internacional
Doctor en Economía, máster en Economía del Desarrollo y en Política Pública. Director general académico de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.
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La capacidad de recuperación de la crisis económica depende de la capacidad de los países para acelerar la vacunación, incluyendo las dosis de refuerzo, así como para generar estímulos fiscales para la producción y el consumo.
Es necesario, además, adecuar los procesos económicos a un mayor uso de la tecnología y adaptarlos a nuevas medidas sanitarias, que deben pensarse como permanentes para evitar nuevas variantes de Covid-19, pero también de nuevos virus que puedan darse a futuro.
Las grandes desigualdades entre países se han ampliado con la recuperación. Mientras unos países ya van saliendo de la crisis, otros se van quedando relegados.
Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), en 2022 la India crecerá en 9,0%, China 4,8%, Estados Unidos 4,0% y la Zona del euro 3,9%, mientras que América Latina 2,4%.
Lo más preocupante de la divergencia, como lo señala el FMI, es que mientras las economías avanzadas ya recuperan el nivel de producción de antes de la pandemia, las economías emergentes y en desarrollo tendrán pérdidas de mediano plazo.
Como medida global para apoyar la reactivación, en 2021 el FMI emitió USD 650.000 millones en Derechos Especiales de Giro (DEG), que se distribuyeron en función de las cuotas de cada país en el FMI.
Estados Unidos recibió alrededor del 16,5% de esta emisión, seguido por Japón (6,2%), China (6,1%) y Alemania (5,3%), dejando el 42% para países emergentes y 3,2% para países de bajos ingresos. Ecuador recibió USD 975 millones (0,15%).
Por su parte, según datos de la Universidad de Oxford sobre el nivel de vacunación, al 22 de febrero, apenas cinco de 221 países han superado el 90% de la población completamente vacunada, y 56 países superan el 70%. Dejando a 165 países por debajo de este umbral, de los cuales 74 países no superan el 40%.
Las diferencias en el acceso a recursos, así como a vacunas, hacen de la recuperación un proceso hacia desigualdad global.
Para salir de la crisis y "no dejar a nadie atrás", que es la promesa que hicieron los Estados al aprobar la Agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), se vuelve indispensable transformar el orden financiero internacional.
Así como después de la segunda guerra mundial, en los acuerdos de Bretton Woods, tras los que se creó el FMI para fomentar el crecimiento y promover la cooperación monetaria; después de la crisis económica de 2020, y ante las crecientes desigualdades, el cumplimiento de los ODS exige un nuevo acuerdo, en que el FMI se enfoque en canalizar recursos para el desarrollo.
En concreto, en lugar de que el FMI genere deuda con condicionalidad de políticas de austeridad, hacen falta nuevas emisiones de DEG que se distribuyan hacia los países en vías de desarrollo en función de las necesidades que estos tienen y no de las cuotas de cada uno.
Para lograrlo hay que recuperar y fortalecer las agendas de integración entre países del sur global, para exigirlo.