Contrapunto
Cuando Europa declaró una 'rossinimanía' o la dependencia de Rossini
Periodista y melómano. Ha sido corresponsal internacional, editor de información y editor general de medios de comunicación escritos en Ecuador.
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Alrededor de 1820, todavía faltaban siete años para que muriera Ludwig van Beethoven (1770-1827) y una buena parte de Europa puso sus ojos y oídos en un joven músico italiano, Gioachino Rossini (1792-1868), autor de 37 óperas y un stábat mater que deslumbraron.
Acostumbrados a la música que mayormente se producía en Viena, de repente apareció Rossini con sus óperas alegres que cambiaron el rumbo de todo lo que se producía hasta entonces.
"Rossini dominó como un coloso no solo la escena musical de Viena, sino la de toda Europa", anota el musicólogo Tim Blanning. Su formidable éxito -insiste- fue el signo más evidente de que la esfera pública musical había llegado a la mayoría de edad.
El francés Stendhal o Henry Beyle (su nombre original) escribió entre muchas obras una biografía sobre el músico italiano: "ligero, animado, divertido, nunca pesado, pero rara vez sublime, Rossini parece haber venido a este mundo con el propósito de conjurar visiones de extático deleite en el alma común del hombre corriente".
El poeta del romanticismo Lord Byron escribía desde Italia que acudió en San Benedetto a ver una ópera de Rossini. El italiano acompañó a la orquesta tocando el clave y, tras la función, la gente le cortaba mechones de su cabellera como recuerdo.
El italiano acompañó a la orquesta tocando el clave y, tras la función, la gente le cortaba mechones de su cabellera.
Las crónicas de la época comparaban la popularidad de Rossini con la que llegó a tener Napoleón, y coinciden en que el músico italiano con sus óperas conquistó muchos más países que Napoleón Bonaparte.
Stendhal publicó 'Vida de Rossini', que comienza así: "Napoleón ha muerto, pero un nuevo conquistador se ha presentado hasta el mundo, y de Moscú a Nápoles, de Londres a Viena, de París a Calcuta todos se hacen lenguas de él. La fama de este ídolo no conoce fronteras, salvo las de la propia civilización".
Según Blanning, en una única temporada en Londres, en 1823, Rossini ganó 30.000 libras esterlinas netas, "una auténtica fortuna en aquella época". Al final del decenio -continúa el autor- era tan rico, que pudo pasar los siguientes 40 años en un retiro opulento sin volver a escribir una ópera.
Su primera llegada a Viena en 1820 desató un entusiasmo poco común en una sociedad un tanto conservadora.
'Histeria', 'fiebre', así se comentaba en los círculos sociales la presencia del músico italiano que aprovechó para reunirse con Beethoven.
El músico alemán, dicen otros historiadores, no mostró demasiado entusiasmo por la ópera de Rossini, sin embargo, reconoció muchos méritos en 'El barbero de Sevilla'. A su vez Gioachino Rossini escuchó y se emocionó cuando escuchó por primera vez la Sinfonía 3 (Heroica) de Beethoven.
Beethoven ya había muerto cuando Rossini compuso su última ópera 'Guillermo Tell', considerada como la más espectacular en el repertorio de la música lírica italiana.
Veamos solo algunos títulos italianos que inmortalizaron la historia de la ópera de Rossini:
- 'La cambiale di matrimonio (1810)'.
- 'Demetrio e Polibio (1812)'.
- 'Il signor Bruschino (1813)', 'Tancredi (1813)'.
- 'L'italiana in Algeri (1813)'.
- 'Il barbiere di Siviglia (1816)'.
- 'La gazza ladra (1817)', 'Guillaume Tell (1829)'.
Además, compuso siete misas y obras religiosas, incluido el stábat mater, 17 cantatas, cinco himnos y coros. Aunque su primera ópera está registrada en 1810 (a los 18 años), algunos historiadores anotan que a los 14 ya había publicado una obra lírica.
La enciclopedia Biografía y Vidas sitúa al músico italiano entre los últimos grandes miembros de la ópera napolitana (Cimarosa y Paisiello) y los primeros de la etapa romántica (Bellini y Donizetti).
Murió en Francia en 1868 y alcanzó a apreciar las obras operísticas de Verdi y de Wagner.