Al aire libre
¿Cuál es la carrera mejor organizada del mundo, la cinco estrellas?
Comunicadora, escritora y periodista. Corredora de maratón y ultramaratón. Autora del libro La Cinta Invisible, 5 Hábitos para Romperla.
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Hay miles de competencias, pero El Cruce de los Andes es la carrera cinco estrellas.
Te tratan de primera, con comida deliciosa, lugares paradisiacos para conocer en la Patagonia, bien señalizados, con la atención y seguridad de más de 250 voluntarios.
Tienen helicóptero para rescate pero, sobre todo, para lograr los mejores videos y fotos.
Aunque se duerme en carpa entre cientos de otros corredores, cada una es nueva, cómoda, amplia. El sitio es adecuado para camping, con baños y baterías sanitarias, y está ubicado siempre junto a un lago o a un río de Chile o Argentina.
Según Santiago López, de Proyecto Aventura, El Cruce es una de las carreras mejor organizadas del mundo.
"Por eso fui la primera vez, a descubrir, a aprender, a disfrutar. Me gustó tanto que volví dos veces más", dice.
Se puede correr solo o en pareja. Muchos amigos van en grupo y luego llegan al campamento a darse la buena vida.
El creador del Cruce de los Andes es Sebastián Tagle, dueño de una empresa de deportes en Argentina. Empezó hace 20 años al pie del Aconcagua, con la idea de compartir con gente de distintos países y provincias de Argentina.
Aplicó un formato nuevo: tres días de carrera con dos noches de campamento. Con una distancia total de 100 kilómetros y, aquí viene lo retador, con momentos bravos de frío, viento y lluvia.
120 personas vivieron la experiencia la primera vez. En 2021 corrieron 5.000.
Sebastián explica que "la idea de cruzar de Chile a Argentina fue creciendo. Antes tenían que llevar su carpa, su comida, se corría el riesgo de accidentes. Dimos carpas, lugares más accesibles".
El corredor llega, se mete al lago, seca su ropa, estira, come, descansa.
Debe entrenar varios meses, sacrificarse corriendo cuestas y estar preparado para todo tipo de clima, porque la carrera con sol es completamente diferente a la misma con lluvia.
El Cruce no es apto para una persona que entrena una vez por semana. Hay que tener piernas para subir y bajar tremendos desniveles.
Los porteños y los uruguayos no tienen montañas para entrenar, por eso suben gradas de edificios o se trasladan doce horas hasta lugares montañosos.
Para los ecuatorianos, sobre todo de la Sierra, eso no es problema. Tenemos la montaña en la puerta de la casa.
"Tiene su lado de sufrimiento, pero también de disfrutar la Patagonia con tanta gente en las mismas circunstancias. Son épicos esos tres días, es una huella imborrable, una comunión con el trail muy grande", dice Sebastián.
Hay un alto porcentaje de jóvenes de 22 a 25 años inscritos últimamente, lo cual es un fenómeno que intriga.
Este año vamos más de veinte ecuatorianos al Cruce de los Andes. Yo voy por tercera vez. Es un privilegio que me regalo cada cinco años.
"Estás a prueba todo el tiempo, desde lo físico, lo mental, y también lo vivencial porque debes compartir con mucha gente. En el Cruce, uno aprende a conocerse más", dice Sebastián.