El Chef de la Política
Criticidad y más criticidad
Politólogo, investigador de FLACSO Ecuador, analista político y Director de la Asociación Ecuatoriana de Ciencia Política (Aecip).
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El mejor deseo para el país en 2023 es que la criticidad llegue, se quede y se expanda.
La posición crítica de una persona, entendida como la capacidad para emitir juicios de valor sobre las personas o eventos que la rodean, no es una cuestión de menor importancia.
Ser crítico implica asumir que la realidad que contemplamos desde nuestros ojos no es necesariamente la que corresponde a un observador ubicado en una posición distinta.
Así, a perspectivas distintas de la vida, lo que queda es valorar cada una de ellas y asumir que mis creencias e ideas también son susceptibles de error.
Ser crítico da cuenta, adicionalmente, de una actitud propositiva. No basta con identificar las falencias del otro. Es necesario dotar de alternativas para los problemas acuciantes del país.
Por tanto, ser crítico es ser proactivo. Ser crítico, en definitiva, se resume en lo que los colombianos señalan como "no tragar entero", en alusión a la necesidad de justipreciar lo que vemos, escuchamos y asumimos como cierto y valedero.
En la política, por ejemplo, ser crítico implica hacer una mínima radiografía de quienes se presentan como candidatos a cargos de elección popular.
Solo de esa forma se puede valorar, en alguna medida, si las declaradas intenciones de servir al bien público son genuinas.
Quien transita de una organización política a otra, en búsqueda de espacios de poder, debe despertarnos dudas.
El que rehúye el debate y la confrontación de ideas también tendría que generarnos sospechas. Quien amasa una fortuna de la noche a la mañana, luego de pasar por la administración pública, debería ser colocado en el radar de los posibles desfalcadores del Estado.
Ser crítico en el plano político implica, por tanto, someter a escrutinio a la propia organización electoral con la que nos sentimos identificados. Ser crítico conlleva, desde otro punto de vista, un conjunto de destrezas y aptitudes para valorar de forma objetiva el mundo que nos rodea.
Pero la criticidad debe alcanzar también al juicio que emitimos respecto a la interpretación que otros otorgan a los fenómenos políticos, sociales o económicos.
Ahí las redes sociales y los medios de comunicación deben ser el centro de atención de la ciudadanía. Si me siento identificado con lo que dicen unos u otros respecto a un hecho específico, el reto está en escuchar el argumento de los que están en la orilla opuesta.
Descalificar al otro, por el solo hecho de no estar de acuerdo con nuestra opinión, nos cierra la oportunidad de crecer en el plano humano y nos limita las posibilidades de avanzar en el conocimiento de la realidad del país.
Un gran ejercicio de criticidad consiste, por tanto, en asumir que como hay comunicadores sociales comprometidos con los intereses de determinadas organizaciones políticas con las que estoy en desacuerdo, hay otros que hacen lo mismo respecto a las agrupaciones que son de mi agrado.
Si uno u otro periodista tiene un sesgo que no me gusta, tengo que asumir críticamente que el periodista que me interpela también tiene preferencias específicas que empujan su opinión.
Ser crítico, en consecuencia, implica valorar las distintas posiciones e intereses de quienes hacen la vida pública del país. No es cuestión fácil, pero sí indispensable para tener una visión panorámica de la realidad.
Ser crítico, puntualizar los errores y omisiones del otro, implica también reducir los adjetivos, los insultos, las agresiones innecesarias.
No es mejor el que más denigra al otro. Por el contrario, esa actitud, provenga de quien provenga, habla de personas que están dominadas por las más bajas pasiones humanas y solo merecen compasión e indiferencia.
Desde otra perspectiva, ser crítico nos lleva a mirar con ojos escrutadores lo que las encuestas nos dicen. Hay que mirar todos los datos, luego evaluar los intereses de cada cifra y finalmente asumir una posición.
A veces lo que la realidad presenta no es lo que me agrada, pero ahí precisamente radica el ejercicio de ser crítico y asumir que estoy equivocado.
Finalmente, ser crítico en el sentido de considerar las diferentes perspectivas de la vida no debe ser entendido como una carta abierta a cualquier conducta reprochable.
Una cosa es que existan opiniones distintas sobre un tema puntual. Otra cosa es que medien actos de corrupción o de violación a los Derechos Humanos. Cuando esto sucede y no asumimos una posición frontal, la criticidad se transforma en complicidad.
Valorar la frontera entre unas conductas y otras, por tanto, es el ejercicio permanente al que debemos someternos. Ojalá 2023 nos encuentre más críticos.