Canal cero
Cristianos por la liberación
Doctor en Historia de la Universidad de Oxford y en Educación de la PUCE. Rector fundador y ahora profesor de la Universidad Andina Simón Bolívar Sede Ecuador. Presidente del Colegio de América sede Latinoamericana.
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Héroes y heroínas del Ecuador
Antes se pensaba que en América Latina los héroes deben ser militares, que los luchadores por el cambio venían solo de la izquierda socialista o comunista, porque los católicos son, por principio, reaccionarios y aliados de las clases dominantes; que la defensa de los derechos humanos era pura retórica.
Pero las acciones de las últimas décadas del siglo XX demostraron que hubo muchos cristianos comprometidos en la lucha por la democracia y la liberación del continente.
Con el Concilio Vaticano II y los documentos de la reunión de los obispos de América Latina en Medellín, desde los años sesenta se robusteció en la Iglesia Católica una tendencia de compromiso cristiano por las luchas del pueblo.
La “Teología de la Liberación” cambió la mentalidad y las prácticas de grupos de creyentes hacia un compromiso militante con la revolución y el socialismo. Este movimiento tuvo enorme impacto en todo el continente. Numerosos curas, incluso obispos, se comprometieron.
Por ello tuvieron que enfrentar la represión de los gobiernos, calumnias y obstáculos de la jerarquía a las “comunidades de base”.
En Ecuador, la figura de la Teología de la Liberación fue Monseñor Leonidas Proaño, obispo de Riobamba, quien tenía liderazgo continental. Para coordinar la pastoral popular en todo el continente convocó a una reunión de obispos, religiosos y seglares en Santa Cruz.
El 12 de agosto de 1976 la policía irrumpió en la casa de reuniones, apresó como a 70 personas y los llevó detenidos a Quito.
Entre ellos estaban dos arzobispos: Roberto Sánchez, de Estados Unidos y Vicente Zaspe, de Argentina; y 14 obispos: Patricio Flores, Juan Arzube y Gilbert E. Chávez, de Estados Unidos; Mariano Parra León, de Venezuela; Caren González y Fernando Aristía Ruiz, de Chile; Antonio Batista Fragoso y Rubén Cándido Padín, de Brasil; Sergio Méndez Arceo, José Pablo Rovalo y Samuel Ruiz, de México; Víctor Garaigordobil, de España; Ramón Bogarin, de Paraguay y Leonidas Proaño.
También fueron detenidos el teólogo José Comblin y Adolfo Pérez Esquivel, que años después recibiría el Premio Nobel de la Paz, varios sacerdotes y laicos.
La dictadura militar, a través de su vocero Xavier Manrique dijo que se los había apresado “por intervenir en asuntos de política interna con la finalidad de subvertir el orden”. Y los “invitó” a salir del país.
Semejante acto de abuso y prepotencia provocó la solidaridad nacional e internacional, pero los obispos ecuatorianos, entre los cuales estaba el que había “denunciado la reunión subversiva”, no protestaron.
Alguna gente de derecha y el Opus Dei más bien lo celebraron. Solo el obispo de Latacunga Mario Ruiz Navas elevó su solitaria voz de protesta.
La corriente de cristianos por la liberación creció frente a la represión, pero fue ferozmente combatida por el papa Juan Pablo II y su sucesor. Entre las víctimas hubo muchos sacerdotes perseguidos y se distinguieron monjas que, pese a ser silenciadas, trabajaron “insertas” en la vida del pueblo cumpliendo su compromiso evangélico.