Dato y Relato
"Esta vez, no fuimos nosotros"
Ph.D. en Economía Universidad de Boston, secretario general del FLAR y docente de la UDLA. Ex gerente general del Banco Central y exministro de finanzas de Ecuador, y alto funcionario de CAF y BID.
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América Latina casi siempre estuvo en el epicentro de las crisis económicas internacionales recientes.
El episodio más célebre tal vez haya sido la crisis de la deuda externa, que explotó en México en 1982 con la suspensión de pagos de sus obligaciones externas, y que se extendió por casi todos los países en la región y fuera de ella.
Otro episodio tristemente recordado fue la llamada "crisis del tequila", iniciada también en
México en 1994.
La apertura y liberalización económica, en conjunción con políticas macroeconómicas insostenibles y debilidades regulatorias, derivaron en salidas bruscas de capitales especulativos, devaluaciones y crisis financieras.
El efecto 'contagio' impactó a varias economías emergentes, que empezaron a padecer las
consecuencias de sus malas políticas económicas y de una mayor globalización financiera.
Poco tiempo después, la crisis asiática de 1997 y la rusa de 1998 hundieron nuevamente en recesión al mundo en desarrollo.
Algo cambió con la crisis financiera global de 2008, que fue gatillada por la quiebra de Lehman Brothers y comprometió a las instituciones en los mercados de capital más sofisticados del mundo.
Para variar, la preocupación de los analistas económicos giró hacia las economías avanzadas, principalmente Estados Unidos, y no hacia nuestros países.
Con cierto alivio, el presidente del Banco de México de ese entonces, Guillermo Ortiz, afirmó que "esta vez, no fuimos nosotros".
En el mismo tono, el Director del Hemisferio Occidental del FMI, Rodrigo Valdés, recordó dicha anécdota y explicó que América Latina poco o nada tiene que ver con las turbulencias financieras actuales.
En contraste con el pasado, sostiene que la mayoría de los países de la región han mostrado resiliencia frente a la crisis y ha reaccionado tempranamente frente a los choques adversos como la pandemia, la invasión de Rusia a Ucrania, el resurgimiento de la inflación y los aumentos de tasas de interés.
Valdés reconoce que existen varios retos futuros asociados a un bajo crecimiento, altos niveles de deuda, inequidad social, crisis climática e inseguridad, pero afirma que un marco macroeconómico más robusto ayuda a enfrentar de mejor manera los desafíos de mediano plazo.
El desempeño económico reciente de la región ha sido mejor de lo esperado, tal como argumenta un estudio del FLAR.
Si nos enfocamos en dos de los indicadores más comunes -crecimiento e inflación-, se espera que en 2023 el PIB de América Latina crezca al 2.3% y que la inflación baje al 4.3%. El Banco Mundial también acaba de mejorar su pronóstico de crecimiento del 1.4% al 2%.
Ciertamente, son resultados algo favorables, dadas la incertidumbre y condiciones adversas de la economía mundial.
No obstante, el crecimiento sigue siendo inferior a otras regiones del planeta e insuficiente para enfrentar los graves problemas sociales de sus habitantes. Así mismo, la inflación ha bajado, pero no ha cedido por completo.
El desempeño ha sido bastante heterogéneo entre países.
Comparados con el promedio latinoamericano, destacan los casos de Brasil, Costa Rica, Paraguay, Panamá y República Dominicana, que han logrado mayor crecimiento con menor inflación.
En contraste, Uruguay, Chile y Colombia han tenido un crecimiento por debajo del promedio regional. Su inflación, si bien ha descendido, sigue siendo alta, en especial en Colombia.
El marco macroeconómico en estos países es sólido, por lo que se espera un rebote significativo en los próximos años.
Otro grupo de países -Bolivia, Ecuador y Perú- ha registrado inflaciones bajas, pero su crecimiento ha sido magro. México, por su parte, ha crecido más dinámicamente, pero su inflación todavía no retorna a los niveles anteriores.
Casos aparte son los de Argentina y Venezuela, que sufren altísimos niveles de inflación y sin crecimiento.
La situación de la región sigue siendo muy compleja y un crecimiento tan bajo no ayudará a resolverla.
Un reflejo de ella es la ola de inmigrantes indocumentados, principalmente de Venezuela, Haití, Ecuador y Colombia, que a diario cruzan la selva del Darién, huyendo de la falta de oportunidades y la violencia en sus países.
El Banco Mundial advierte que el desempeño mediocre de la región no puede atribuirse solamente a la pandemia, sino a problemas estructurales que no han sido abordados.
Para 2024 y 2025, proyecta crecimientos de 2.3% y 2.6%, respectivamente, y sostiene que no sería suficiente para avanzar en inclusión social y reducción de la pobreza.
Por supuesto, cada país es un caso diferente y en muchos de ellos han tenido que enfrentar choques adversos internos e inestabilidad política.
Además, los resultados descritos aquí, reflejan una coyuntura de corto plazo, que puede cambiar de manera drástica en los años venideros.
Los principales responsables de la banca multilateral y las autoridades económicas del mundo se reunirán a partir del 9 de octubre en Marraquech (Marruecos), durante la Asamblea Anual del FMI y el Banco Mundial.
La incertidumbre y turbulencias financieras marcarán la atención de esta reunión.
Esta vez, América Latina no será culpable de nada: no hará noticia por atravesar una crisis que contagie a la economía internacional, pero tampoco por tener buenos resultados y mejores perspectivas.