Economía y Desarrollo
La crisis demanda prioridades claras: el empleo requiere respuestas
Doctor en Economía, máster en Economía del Desarrollo y en Política Pública. Director general académico de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.
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La Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo (Enemdu), con información levantada telefónicamente entre mayo y junio de 2020, da cuenta de un importante aumento del desempleo al pasar de 4,4% en junio de 2019 a 13,3% en el presente año.
Mientras que el subempleo (trabajar menos de 40 horas o percibir ingresos por debajo del salario básico) pasó de 20,3% a 34,5% en el mismo periodo.
En la misma encuesta se observa que el porcentaje de trabajadores en ausencia temporal pasó de 1,4% a 23%; mientras que el número de horas trabajadas cayó en 19% para el caso de los hombres y en 14% para las mujeres, dando un promedio de 31,6 y 28,1 a la semana respectivamente. Es decir apenas un 79% y 70% de la jornada laboral para cada caso.
El no tener empleo, trabajar menos horas o estar en suspensión (ausencia) repercute directamente en el ingreso de los trabajadores y sus hogares, reduciendo la capacidad de consumo y el nivel de bienestar.
Es así como, en ausencia de mecanismos de protección social -según estimaciones propias- la pobreza por ingresos (recibir ingresos inferiores a USD 2,65 al día) durante el aislamiento aumentó al 66% de manera coyuntural, y se proyecta que para finales de año (una vez que se vaya abriendo la economía) se ubique en el orden del 30% (es decir, 5% más que en diciembre de 2019).
La principal causa de desempleo, según la Enemdu telefónica, es el “despido intempestivo” (32%), seguida de “terminación del contrato” (27%), “le fue mal en el negocio” (8%) y “liquidación de la empresa” (5%).
La Asamblea Nacional aprobó, en el mes de junio, la llamada Ley Orgánica de Apoyo Humanitario en la que se da la posibilidad de acuerdos para reprogramar el cobro de cuotas de créditos con entidades del sistema financiero, así como acuerdos para la reducción o suspensión de la jornada de trabajo.
Su aplicación viabilizó la reducción del tiempo de trabajo y del ingreso mensual de los trabajadores.
La Ley también establece la revisión de las tasas de interés. Sin embargo, al comparar las tasas activas efectivas máximas, publicadas por el Banco Central del Ecuador, para septiembre de 2019 y en septiembre de 2020, se observa que estás no han variado y que la tasa de interés de crédito productivo va desde el 9,33% cuando es corporativo hasta el 30,5% cuando el microcrédito minorista.
La economía mundial se encuentra en la mayor crisis desde la Segunda Guerra Mundial, y sus afectaciones se generan con mayor fuerza en países con dependencia tecnológica y limitaciones de liquidez.
Y dentro de cada país, en aquellos sectores donde las limitaciones son aún mayores, como el comercio y los servicios que en el caso ecuatoriano concentran además la mayor parte del empleo, y en buena medida en informalidad.
En este contexto hay prioridades que se deben definir y sostener.
En primer lugar el acceso a crédito, que no puede depender de acuerdos de buena voluntad, sino que demanda una política pública clara de acceso a crédito productivo ya sea por regulación, subsidio (fondo de riesgo compartido) o competencia desde la banca pública para reducir las tasas de interés de crédito productivo y los costos de servicios financieros en general. Que bien puede y debe sostener el sistema financiero para acoplarse a la nueva realidad, y que sirva para sostener la nómina de trabajadores, los negocios de autoempleo y para inversiones de adaptación productiva y comercial a la necesidad de medidas de bioseguridad.
En complemento al crédito, es necesario el acceso masivo a tecnología.
No sólo pruebas para detectar el Covid-19 y mecanismos de desinfección para establecer cadenas y lugares seguros de producción, comercio y consumo; sino también tecnología que permita acoplarse a modalidad virtuales y telemáticas de trabajo. Y de distribución de bienes y servicios, que van desde tecnologías de información y telecomunicaciones hasta bioconocimiento que permitan la generación de mayor valor agregado.
En crisis, los acuerdos voluntarios aumentan la vulnerabilidad de los más débiles -que aceptan por necesidad e incluso desesperación- y los empobrece.
En este momento, además de las cifras oficiales se sabe que hay miles de ecuatorianos impagos, o con reducción de salario y aumento de la carga y la presión laboral.
Si el empleo digno es la prioridad, generar liquidez y acceso a tecnología es la ruta.