Crimen: las lecciones que dejan los casos de Honduras y Medellín
Graduado de la Escuela de Negocios Darden de la Universidad de Virginia, socio de la firma ecuatoriana de estrategia y finanzas corporativas Ahead Partners, exasesor McKinsey and Company y ex VM de Comercio Exterior.
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De nuestro último artículo titulado Crimen sin desarrollo rescato ciertos datos para recordar en la actual coyuntura:
- Latinoamérica y el Caribe, con una tasa de 24 homicidios por 100.000 habitantes, tiene como región un promedio que supera tres veces el índice mundial. Es un extraordinario nivel de violencia en comparación con otras regiones de desarrollo económico similar.
- En el estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) titulado 'Frontiers in the economics of crime: Lessons for Latin America and the Caribbean' no se encontraron variables fundamentales de riqueza, de desigualdad o de pobreza para explicar el alto nivel de actividad criminal. Todo indica a que hay factores culturales regionales y la presencia cada vez mayor del crimen transnacional como detonantes.
- En Ecuador pasamos de 6,8 a 7,8 asesinatos por cada 100.000 habitantes en 2020, pero es de esperar un incremento en 2021.
- El costo anual del crimen representaría en Ecuador, basado en el promedio regional, más de USD 3.000 millones por año, lo que supera el presupuesto para Salud y es entre 6 y 7 puntos del IVA. Aun así, esta estimación es conservadora al no incluir la mayoría de los costos indirectos e intangibles del crimen. Dado este inmenso costo para la sociedad se deben asignar recursos a la reducción del crimen.
La región también ofrece otras lecciones para mejorar la situación. Honduras en 2011 alcanzó la escalofriante cifra de 93 homicidios por cada 100.000 habitantes.
Esta información me llevó a leer el artículo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) titulado '¿Cómo Honduras redujo a la mitad su tasa de asesinatos?', que resalta algunos puntos importantes.
También está la experiencia de Medellín en la reducción del crimen. Leyendo al respecto encontré un artículo del Brookings Institution titulado 'Reducción de la violencia urbana: lecciones desde Medellín, Colombia' del que rescato una parte.
"Es importante extender el desarrollo económico a los espacios urbanos marginales. De ese modo, se fomenta la aceptación del Estado por parte de la comunidad. Pero esos esfuerzos serían insuficientes si la autoridad y el control de la violencia continuaran en manos de los delincuentes", dice el estudio.
Agrega que el "desarrollo eficaz también depende de una gran concentración de recursos calle por calle. La dispersión de una clínica por aquí y un generador eléctrico por allá solo representará una dádiva política que no modificará la vida de la comunidad".
También destaca que "las pandillas de narcotraficantes" a lo que aquí llamamos bandas "incluso pueden beneficiarse políticamente de esas dádivas limitadas al presentarse ante la comunidad como los responsables de haber negociado el patrocinio del Estado".
Y subraya que lo más desafiante es que "el renacer urbano requiere de que a la comunidad se le proporcione una cantidad de trabajos legales lo suficientemente amplia, de modo que el empleo y el desarrollo social no continúen ligados a las economías ilegales".