El indiscreto encanto de la política
El Covid-19 pone a la globalización contra la pared
Catedrático universitario, comunicador y analista político. Máster en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Salamanca.
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La globalización es un proceso histórico de integración que nos ha llevado a vivir en un mundo cada vez más interconectado e interdependiente.
Aunque el debate es amplio, hay cierto consenso de que a raíz de la terminación de la Guerra Fría se marcó el final del orden mundial bipolar entre el bloque socialista y el capitalista, y se dio inicio al proceso globalizador.
Hoy el mundo es más multipolar. La Unión Europea, Rusia, Japón, Reino Unido e Israel comparten una razonable porción de poder e influencia; pero la agenda mundial sigue marcada por los Estados Unidos y, en los últimos años, también por China.
Sin embargo, con la aparición del Covid-19, el futuro de la globalización tal como hoy la conocemos -al menos- está en debate.
La realidad demuestra una penosa incapacidad de las potencias mundiales de dar una respuesta global a la pandemia, situación que ha provocado un renacer de los Estados-nación, así como un fortalecimiento de las identidades nacionales.
Asimismo, el intercambio comercial mundial -considerado uno de los principales puntales de la expansión de la globalización- está fuertemente debilitado. Según estimaciones de las OMC, para este año el comercio global podría contraerse hasta en un 32% frente a 2019.
Con el tiempo, seguramente los flujos comerciales irán mejorando pues ningún país está en capacidad de producir todo lo que necesita.
Sin embargo, como respuesta a la crisis, los gobiernos están promoviendo encarecidamente el consumo de producto local, medida que probablemente será reforzada a través de la imposición de aranceles y barreras al comercio. Al final del día, el mundo será un mercado más cerrado y menos globalizado.
Por otra parte, la globalización se sustenta en complejas cadenas mundiales de suministro. El parón en la producción y el consumo que estamos viviendo sin duda afectará a todos los actores de esta cadena. Los más golpeados serán los países en desarrollo que, en muchos casos, sustentan sus presupuestos a partir de la venta de materias primas para la industria.
Frente a lo expuesto, la globalización seguramente va a evolucionar. Nos queda ser optimistas, y esperar que el nuevo esquema priorice la integración y la cooperación mundial para así enfrentar de mejor manera esta y futuras crisis; al igual que otros desafíos globales pendientes como la pobreza, los problemas ambientales y el irrespeto a las libertades individuales.