Auctoritas ed Integritas
Graduado de la Escuela de Negocios Darden de la Universidad de Virginia, socio de la firma ecuatoriana de estrategia y finanzas corporativas Ahead Partners, exasesor McKinsey and Company y ex VM de Comercio Exterior.
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Hace bien el ministro encargado Roberto Luque, de pensar el tema de la crisis energética en tres horizontes: El de la coyuntura actual cuando se esperan lluvias en las zonas de las hidroeléctricas; el del próximo estiaje (en agosto a septiembre), y el de mediano plazo (los próximos tres a cinco años).
Si la demanda de energía eléctrica crece a un 7% anual, de mantenerse este crecimiento la demanda eléctrica se estaría duplicando en una década, teniendo ya un déficit de potencia de 500 megawatts.
Debemos recordar que sea en el sector privado o público hay una gran diferencia entre Estrategia versus Táctica:
La primera se centra en la eficacia, hacer las cosas correctas y seguir en la dirección correcta. La segunda, en cambio, se trata de eficiencia, hacer las cosas de la manera correcta, con menos recursos, tiempo y esfuerzo.
Carl von Clausewitz, el conocido militar prusiano, indicaba que es el trabajo de un buen estratega el identificar el punto decisivo y concentrarlo todo en él, retirando fuerzas de los frentes secundarios e ignorando los objetivos menores. Y esto, claro, incluye la capacidad gerencial o ancho de banda (bandwidth) especialmente de los líderes.
En el libro 'In Search of Excellence', publicado en 1982, los exconsultores de McKinsey, Thomas J. Peters y Robert H. Waterman, indicaban que los cambios en la eficacia (estrategia) en una organización, están directamente relacionados con la interacción de múltiples factores que no siempre son considerados de manera integral.
El conocido modelo de gestión llamado 7S: Strategy, Structure, Systems, Shared values, Skills, Style y Staff, con este modelo se puede comprender mejor la complejidad de las organizaciones y el cómo implementar, de manera más eficaz, la estrategia.
Identificar y promover esta necesidad de cambio, digamos en los sectores eléctricos, petroleros, minero, sanidad, educación, et al; implica directamente los Shared values o valores compartidos como dijo Peter Drucker “La cultura (organizacional) se come como desayuno a la estrategia”) especialmente de los gerentes de rango medio, dado que a ese nivel se obtiene información valiosa a partir del contacto directo con clientes, proveedores, colegas, inter alia.
La habilidad de gestionar con éxito las crisis es altamente apreciada, pero la gestión de crisis tiene sus matices también especialmente, en lo que respecta al liderazgo.
En el Imperio Romano se entendía el poder de tres formas principales:
- Potestas
- Imperium
- Auctoritas
Potestas, era la más débil de todas ellas. Es el poder que te confiere tu cargo y rango; por ejemplo, el decir: soy el viceministro, el gerente de logística, etc.
Imperium, era una forma aumentada de las potestas dado que podía juzgar y decidir sobre la vida de otros. Y claro, es parte el origen de la palabra Imperio. Por ejemplo, soy el ministro, el dueño, el gerente general, etc.
Auctoritas, era la capacidad de hacerte respetar por tus habilidades, tu moral y tu carácter. Era la capacidad de hacerte valer y de infundir respeto en los demás. Y claro, era glorificada tanto en vida como después de la muerte.
En una gestión de crisis como la actual, en el sector eléctrico (y podemos agregar seguridad, petróleo, minería, infraestructura, sanidad, educación, etc.) o en empresas que necesitan reestructurarse porque, aunque gozan de liquidez, tienen problemas de solvencia. En estos casos, Auctoritas es la clave.
Y para tener Auctoritas se necesita Integridad, que proviene de la palabra latina integritas, que significa "uno" o "todo". Las personas que son de una manera por dentro y de otra por fuera (es decir, que no son "completas") carecen de integridad; en su lugar tienen "dualidad".
Quizás la dualidad sea la más adecuada, para evitar conflictos o lograr algún otro objetivo a corto plazo, pero corriendo el riesgo de entrar en conflicto con uno mismo. No tener nada que ocultar alivia el estrés propio y genera confianza en los demás.
Como señalaba el escritor Hermann Hesse: “Aquellos que no saben gobernarse a sí mismos, están constantemente buscando un líder al que adorar".