Leyenda Urbana
Correa cae en su propia trampa y pierde su candidatura, en la peor semana de su vida
Periodista; becaria de la Fondation Journalistes en Europa. Ha sido corresponsal, Editora Política, Editora General y Subdirectora de Información del Diario HOY. Conduce el programa de radio “Descifrando con Thalía Flores” y es corresponsal del Diario ABC
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En un juego de ilusionismo político, el sentenciado de Bélgica se proclamó precandidato a la Vicepresidencia, a sabiendas de que la ley le impide terciar para una dignidad, cuya función es reemplazar al Presidente de la República.
La Constitución dice que quien ha ocupado dos veces la Presidencia no podrá optar por una tercera. Correa lo ha sido en dos ocasiones. Por lo tanto, estaba impedido de correr para vicepresidente, porque los requisitos son los mismos que para primer mandatario.
Aun así, anunció que será binomio de Andrés Arauz, solo para nutrir el relato de víctima y perseguido político que tantos réditos le produce en el país y el exterior, sobre todo entre los aliados del Socialismo del Siglo XXI.
Hay que ver cómo RT, la televisión de Putin, para la que Correa trabaja, se hace eco de cualquier declaración suya, que luego es replicada por Sputnik y Telesur y el conglomerado de medios, con los que pretenden manipular la geopolítica regional.
Pero todo es una gran simulación.
¿Acaso, desde semanas atrás, no tenían el nombre de Carlos Rabascall, como repuesto, por si algo fallaba?
Al intentar hacer un show con su tablet y su nuevo look, en el CNE el martes, Correa se ha superado a sí mismo.
En el país de la desmemoria, se olvida que la aceptación de una candidatura se hace de manera personal. El reglamento se aprobó durante su gobierno, en 2012, y ya ha sido usado.
Eso sí, guarda silencio sobre dos pedidos de prisión preventiva que tiene por el caso Sobornos y el caso Balda, por lo que de viajar a Ecuador correría el riesgo de ser detenido a su llegada.
Dice que tras su viaje a París está en cuarentena, lo que le ha impedido presentarse en el consulado. ¿Acaso ignoraba que, desde hace semanas, Bélgica exige el confinamiento a los que llegan de vuelta desde Francia y otros países?
De un tiempo acá, a Correa nada le sale bien.
En los últimos días, el exagente Raúl Chicaiza, sentenciado por el secuestro al activista político Fernando Balda, apareció en un video, desde Argentina, dónde dice haber pedido refugio, pero en sus declaraciones se enreda.
Señala que del 100% del testimonio anticipado que dio en Ecuador, “el 95% es real, y el 5% es una presión política”. Y dice que le amenazaron.
Pero cuando le preguntan si el expresidente Correa, también procesado en este caso, es inocente, responde: “eso no lo podría decir, porque no soy juez ni parte”.
Tanto le preocupa a Correa este caso que, para intentar sellar la impunidad, puso al otro sentenciado, Pablo Romero, extitular de la Senain, como candidato a asambleísta.
Pero hay más.
Nadie del eje Bruselas, Caracas, México y Quito, ni él mismo, habría imaginado que dos acérrimos rivales políticos pondrían a Ecuador por delante y firmarían una alianza electoral, juntando fuerzas y determinación ante los riesgos a los que el país está abocado.
El impacto de esta alianza es tal, que acusa el golpe.
“¡Otro logro de la Revolución Ciudadana! Después de odiarse y decirse de todo, Lasso y Nebot vuelven a ser amiwis!”, dice en su cuenta de Twitter, evidenciando desconcierto.
En realidad, la alianza entre el PSC y CREO no solo remodela el escenario electoral, sino que también impone un nuevo relato para la campaña.
Como el expresidente se nutre de la rencilla, la división y el odio que alimenta la fragmentación y le da posibilidades electorales, ahora luce fuera de control.
Nadie duda de que los políticos celebren los errores y se entristezcan con los aciertos de los adversarios. Pero que habiendo sido presidente desprecie un acuerdo que puede significar evitar que el país se desplome por todas las crisis que le agobian, es un caso para psicólogos.
Las elecciones de 2021 son históricas, no solo porque se desarrollarán en medio de una feroz pandemia, sino porque serán un punto de inflexión para superar las taras de la inequidad social que se mostró, en toda su crudeza, durante la crisis sanitaria.
También para encarar la violencia que a diario se cobra vidas en las calles del país; así como el narcotráfico que ha penetrado las instituciones.
Durante 10 años, Correa persiguió, sojuzgó, amenazó y encarceló a sus contradictores. Se creía invencible. Pero le ha llegado su hora.
Hoy, los jueces se pronuncian si procede o no el recurso de casación admitido en el caso Sobornos 2012-2016.
Si no procede el recurso, queda ejecutoriada la sentencia a ocho años de prisión y de inhabilidad política. Se habrá probado que no hay crimen perfecto.
En lo político, también quedará probado que, por más sabido que seas, puedes caer en tu propia trampa y perder una candidatura. Correa habrá vivido la peor semana de su vida.