Columnista Invitado
Gallina que cacarea, pero no pone huevos
Luis Alberto Elizalde Yulee, es arquitecto, cocinero y escritor.
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Así es como se ven las acciones políticas del gobierno de Guillermo Lasso. Entre decir y hacer, y hacerlo bien, parecen encontrarse siempre ante abismos estériles.
Podemos verlo con el tema de la cacareada Consulta Popular, que era una promesa de campaña electoral, e imaginábamos que él y sus muchachos sabían para qué y cuándo usarla, que estaban listos.
Pero el sentido del tiempo del Presidente es una vez más víctima del carácter dubitativo, que ya se ha manifestado en otras ocasiones.
Es obvio que el mejor momento para consultar al pueblo fue a los seis meses de iniciado el mandato, aprovechando la popularidad generada por la exitosa campaña de vacunación contra el Covid-19, que habría arrastrado positivamente cualquier iniciativa.
La oportunidad perdida, porque no estaban preparados, no se recobra insistiendo en ella a como dé lugar.
A destiempo.
Hacer una consulta con una desaprobación del 75% puede resultar fatal, porque es fácil prever que se convertirá en un plebiscito para manifestar el descontento sin importar la pertinencia del contenido de las preguntas.
Además, tendría lugar al mismo tiempo que las elecciones seccionales de 2023, cuando el encadenamiento del voto y los intereses partidistas están exacerbados y dispuestos a distorsionar cualquier discurso.
Las consultas que se hicieron en condiciones parecidas fracasaron, con consecuencias graves, como el monopolio de la seguridad social pagada en manos exclusivas del Estado, que ha llevado al IESS y los Fondos de Pensiones a la crisis actual, 27 años después de haberse pronunciado la ciudadanía en contra de cambiar ese sistema ineficiente y expropiador, como protesta contra el gobierno de Sixto Durán Ballén, en la consulta de 1995.
Ignorar la historia solo puede explicarse como otra miopía del equipo que asesora al Presidente, síntoma de falta de ideas y un acto desesperado para retomar la iniciativa.
Una consulta sin tema central, como la no reelección o una nueva constituyente, con la población desilusionada de todas las instituciones del poder, en medio de una crisis económica, de seguridad y salud, es una receta para la derrota.
¿Ya pensó el presidente Lasso en las consecuencias para la gobernabilidad y cuál va a ser la imagen que proyecte el Ecuador hacia el exterior si pierden sus propuestas?
Para lograr gobernar con éxito, debe hacer lo necesario, sin remilgos, oxigenar el gabinete con mejores ministros y diferentes asesores, realizar alianzas y coaliciones con otras fuerzas democráticas.
Dejarse de mojigaterías.
Ya nos ha demostrado que cuando lo requiere, usa su autoridad para presionar al poder judicial, al SRI para amedrentar y a los asesores ad honorem para repartir cargos o llegar a acuerdos con los conspiradores, aunque luego se eche atrás.
Cuando quiere, si puede…
Entonces, es hora de dejar el cacareo y poner el huevo, dar a luz algo, recuperar la autoridad con firmeza y decisión.
Entender que dialogar en política no es claudicar, y si la Asamblea no le acepta lo que puede darles, ciérrela, la constitución le da ese poder. ¡Úselo!