El Chef de la Política
Siempre es posible algo peor: la lección que nos deja la consulta popular de Noboa
Politólogo, investigador de FLACSO Ecuador, analista político y Director de la Asociación Ecuatoriana de Ciencia Política (Aecip).
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Malacostumbrados a no aprender de las experiencias previas, los ecuatorianos tenemos una misteriosa predilección por calificar a todo de lo peor. El peor presidente, la peor Corte Nacional, el peor alcalde, la peor Asamblea Nacional. Siempre asumimos que lo que nos ocurre hoy, de lejos, es lo más repulsivo que hemos visto. Nada es comparable con el presente y eso nos permite crearnos la falsa esperanza de que lo que vendrá mañana, seguro, será algo mejor.
No obstante, la realidad nos da bofetadas a diestra y siniestra con gobiernos, jueces, asambleístas y demás autoridades que son aún de más baja ralea que las anteriores.
Pero ahí seguimos, sin darnos espacio a asumir que lo que cambia en el país son nombres y no estructuras y de esa forma, con toda seguridad, lo que ahora calificamos enconadamente como lo peor, a la vuelta de la esquina lo terminamos añorando como una joya de las decisiones políticas o económicas.
La consulta popular propuesta por el gobierno sintoniza con lo dicho.
Once preguntas que van desde las que en buena medida están ya legisladas o en proceso, pasando por otras cuyas dudas respecto a su constitucionalidad o eficacia han sido advertidas por los entendidos y terminando con la pregunta de la distracción social que es la relativa a los casinos.
Ahora, con este puñado de retazos que forman parte de la consulta popular de Noboa, volteamos la mirada a las preguntas de Lasso o de Moreno y allí decimos… siempre es posible algo peor. Sí, en efecto, siempre es posible algo peor.
Sin embargo, hay particularidades en la consulta popular de marras que deben ser apuntadas pues, si la pensaron con un poco de sagacidad, en realidad aquí hay un insumo político de magnitudes.
En primer lugar, la mayoría de las preguntas difícilmente pueden ser atacadas en el sentido de defender el 'No'. Aunque ciertos sectores de la opinión pública presentan sus reparos, en general la percepción del ciudadano de a pie es que todo lo que se propone en el tema de seguridad, por ejemplo, es útil. Mejor, indispensable. Hasta allí, la gran diferencia entre varias consultas populares previas y la de Noboa es que ahora el triunfo del 'Sí' es una posibilidad cierta.
Desde luego, si se consulta a la ciudadanía si está de acuerdo que el caballo blanco de Bolívar era blanco, la respuesta afirmativa es medianamente esperable. Bajo esa lógica han sido elaboradas buena parte de las preguntas, pues lo que parece interesar al gobierno es dar la impresión de que goza de un amplio apoyo popular aun a costa de consultar obviedades.
Pero hay más. La consulta popular también podría ser usada por el gobierno para posicionarlo electoralmente a costa de otros actores.
En efecto, si la Corte Constitucional desecha algunas de las preguntas (lo que parece casi inminente), resultará fácil a Noboa direccionar responsabilidades por eventuales fracasos en el control de la seguridad a los jueces de ese organismo. En el mismo sentido, si una vez aprobada la consulta popular, la Asamblea Nacional no tramita las reformas legales que de allí se desprendan, lo que es probable no sólo por los tiempos del trámite legislativo, sino también por las escasas luces que circulan por esos barrios, ahí habrá otra narrativa de la que el gobierno podría tomar partido para endosar culpas en terceros.
Visto así, asumiendo siempre que hay una intencionalidad en presentar preguntas desalineadas y en algunos casos intrascendentes, Noboa podría colocarse como el candidato que busca recuperar la seguridad, pero que se ve impedido de hacerlo por la oposición tanto de la Corte Constitucional como de la Asamblea Nacional.
En resumen, con la consulta popular el país no ganará mucho, pero el gobierno y sus afanes electorales sí podrían salir beneficiados.
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Como en casi todas las ocasiones, un presidente echa mano de la consulta popular para sus propios intereses personalistas y electorales.
Malacostumbrados como somos los ecuatorianos, no aprendemos que siempre o casi siempre ha sucedido así y que al final terminamos diciendo que esta sí, es la peor consulta popular.