El Chef de la Política
Luego de la consulta popular los cambios políticos no serán mayores
Politólogo, investigador de FLACSO Ecuador, analista político y Director de la Asociación Ecuatoriana de Ciencia Política (Aecip).
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Un mensaje claro deja el último referéndum y consulta popular: la principal demanda ciudadana es la seguridad y cualquier medida que se tome al respecto, aún si no es del todo eficaz, será bien recibida.
A la población, en general, no le preocupa que muchas de las preguntas se las podía ventilar sin necesidad de ir a las urnas. Al votante promedio tampoco le quita el sueño que los efectos reales de implementar las preguntas sean intrascendentes. Menos le interesa al ciudadano de a pie que lo que se le consultó haya sido formulado de forma jurídicamente incorrecta o deficiente. No es que la discusión puramente normativa sea menos importante, en modo alguno; sin embargo, lo que corresponde tras resultados electorales como los evidenciados es analizar cuál es el balance puramente político.
En esa dimensión de análisis, quiénes pueden asumirse como los encargados de cumplir la petición ciudadana son los diversos actores e instituciones que están alrededor de la seguridad. No obstante, algunos de ellos se deben sentir más interpelados que otros. Dada la configuración institucional del país, sobre quién recae la demanda ciudadana es esencialmente el presidente de la República.
Lo dicho implica una responsabilidad enorme para el gobierno, pero a la vez le permite posicionarse mejor ante la población pues la consulta popular se da por una propuesta suya y como consecuencia de lo hecho durante sus primeros meses de gestión. Visto desde esa perspectiva, una lectura a los resultados electorales es que la población avala lo realizado en materia de seguridad hasta el día de hoy y está de acuerdo con otras medidas adicionales, como la relacionada con la extradición.
Si a lo dicho se agrega que en la totalidad de las consultas populares lo que ha estado detrás es el apoyo al presidente de la República, lo observado en las urnas puede ser leído como una aprobación ciudadana al Jefe de Estado.
Este parámetro político, dejando de lado la coyuntura, permitiría comparar unas contiendas electorales de este tipo respecto de otras. Por ejemplo, se podría decir que Lasso, Durán-Ballén o Febres-Cordero perdieron ante dicha evaluación ciudadana o que Noboa, Moreno, Correa, Palacio o Alarcón resultaron triunfadores.
La duda en el caso del actual presidente es si la derrota en las preguntas relacionadas con el trabajo por horas o el arbitraje internacional pueden ser entendidas como un revés de dimensiones. Si se considera que la gran mayoría de las preguntas de la consulta popular se dirigían al tema de seguridad, en el que se ha concentrado el trabajo del actual gobierno, asumir que el peso de las dos preguntas en las que el 'No' ganó es mayor, resulta dudoso.
Si bien las preguntas en las que la posición negativa son clave y merecen un estudio aparte, lo que a partir del día de hoy va a variar en la política nacional tiene relación directa con los temas en los que la mayoría de la población optó por el 'Sí'.
Ese resultado da cierto aire al presidente de la República para mantener como su referente de Gobierno y campaña electoral, de cara al 2025, al campo de la seguridad. Indudablemente se deben propiciar cambios y evidenciar resultados positivos en lo que resta del período presidencial, pero, en general, la posición del Ejecutivo respecto al resto de actores políticos y a la Asamblea Nacional sigue siendo privilegiada. Los primeros no tienen aún una estrategia específica para desmarcarse del gobierno, quizás todo lo contrario, mientras que los otros tendrán que adaptar su agenda política a las decisiones de la consulta popular pues en varias de las preguntas el respaldo ciudadano es muy claro.
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Aunque un fenómeno político como la consulta popular altera la dinámica política del día después, cambios drásticos se habrían podido esperar si el presidente triunfaba en todas las preguntas.
En ese aspecto, la negativa en los temas del trabajo por horas y el arbitraje internacional en algo puede moderar el estilo de gobierno, pero no en las cuestiones de fondo. Si sucedía lo contrario, al estilo de lo ocurrido con la consulta popular del expresidente Lasso, entonces Daniel Noboa seguramente tenía que empezar a contar los días para despedirse de Carondelet. No ha sucedido lo uno ni lo otro, por lo que los cambios políticos en el corto plazo no serán mayores.